Fuente: El Periódico de la Energía
Venimos de un año, el 2022, en el que hemos pagado la factura de luz más cara de la historia; y con creces, por motivos sobradamente conocidos relacionados con el coste de producción de energía y, por tanto, de los precios en el mercado mayorista o Pool, así como de la cotización de los futuros de electricidad.
Pero no podemos olvidar que hay más conceptos que abonamos en nuestra factura, que pueden haberse visto todavía más tapados de lo que venía siendo habitual por el aumento del Pool, pero que no por ello son poco relevantes y que merecen de análisis y, por qué no, de un cierto debate.
Con esta serie de artículos, de los que éste que consiste sobre los Servicios de Ajuste (SSAA) es el primero, trataremos sobre todo lo que hay detrás de la factura de la luz y pasa desapercibido. Trataremos de los “tapados”.
Los Servicios de Ajuste (SSAA)
Los servicios de ajuste son una serie de mecanismos que gestiona el Operador del Sistema (Red Eléctrica) para garantizar la calidad y la seguridad en el suministro de energía dentro de nuestro país. Gran parte de ellos se resuelven a través de una serie de mercados donde (mayoritariamente) los generadores habilitados y/o obligados (fundamentalmente ciclos combinados, gran hidráulica, bombeos, carbón y algunas renovables y pequeñas térmicas) ofertan una serie de servicios, como pueden ser las restricciones técnicas, la banda de regulación secundaria, de balance o el control de tensión.
Los servicios de ajuste tienen su razón de ser en adaptar la producción comprometida en el Pool, con determinadas instalaciones de generación programadas, a otro programa de producción que sea viable de cara a los flujos de energía en las redes de transporte y distribución, a cubrir desvíos entre la generación y consumo reales frente a los previamente comprometidos en los mercados y a garantizar la calidad del suministro, fundamentalmente en cuanto a tensión y frecuencia.
Con la excepción de los servicios de balance, cuyo coste se asigna a los agentes en función de sus desvíos en la compraventa de energía, el coste del resto de servicios de ajuste (incluida la disponibilidad de banda de regulación secundaria) se asigna a los consumidores de electricidad, en función de la energía consumida.
Estos mercados suponen un mayor coste por energía consumida típicamente en los meses de primavera, con mayor aportación renovable y menos demanda, y en aquellos momentos donde hay menos generación térmica acoplada en el mercado mayorista.
Impacto en la factura de la luz
Si analizamos los años inmediatamente anteriores al 2021, previo a que comenzase a aumentar el coste de producción de electricidad, el coste asignado a la demanda para sufragar los SSAA se encontraba en niveles próximos a los 2-3 €/MWh de media horaria. Es decir, para un hogar medio con un consumo de unos 3,3 MWh anuales de electricidad, el coste de los mercados necesarios para garantizar la calidad y seguridad del suministro de energía, añadiendo las correspondientes pérdidas de red (que darían para otro artículo) representaba en torno a 10 € anuales (impuestos no incluidos).
A lo largo de 2021 y primera mitad de 2022 asistimos a un aumento considerable del coste de los SSAA a sufragar por la demanda, a niveles de duplicar su valor y creciendo. Sin embargo, si los comparábamos con el aumento del Pool, su peso relativo decaía.
El incremento del coste de los SSAA toma relevancia a partir de la segunda mitad del año 2022, en el que asistimos a un aumento de las asignaciones de banda de regulación secundaria por parte de Red Eléctrica y, especialmente durante este año 2023, a una mayor asignación de energía en los mercados de restricciones técnicas, así como a la aparición (en pruebas) del mercado de control de tensión, debido a una aportación renovable (eólica y especialmente solar) muy superior y a una demanda considerablemente menor a años pasados (en niveles incluso de estado de alarma por la COVID-19).
Así, en el último año móvil el coste de los servicios de ajuste ha alcanzado una media próxima a los 12 €/MWh y en lo que llevamos de 2023 el coste aún es superior. Para el hogar medio de nuestro ejemplo ya nos vamos a un importe de 50 € anuales (impuestos no incluidos). Es decir, cinco veces más a lo que estábamos acostumbrados a pagar en el pasado.
Impacto en los comercializadores independientes
Los comercializadores independientes, aquellos que no están presentes en la actividad de generación (con la salvedad de la representación de algunas instalaciones renovables o el desarrollo de autoconsumo) y mucho menos en aquella producción no contestable (nuclear y gran hidráulica), al igual que el resto de suministradores, deben sufragar estos costes hasta su traslación al consumidor. Sin embargo, no se benefician del aumento de precio en estos mercados al no contar prácticamente con generación, mucho menos con generación gestionable (gran hidráulica, ciclos combinados de gas y, puntualmente, carbón).
El hándicap reside en los precios fijos y en los precios variables o indexados conocidos como pass-pool, donde el comercializador asume el riesgo del resultado de los servicios de ajuste, sin disponer de una herramienta de cobertura del riesgo de precio asociado (y no poder obtener beneficio en los mismos), cuando sí dispone (aunque de forma totalmente imperfecta y con muchos matices) de instrumentos de cobertura para el coste de la energía en el mercado mayorista.
No sería descabellado, de seguir así y dada la relevancia en el precio que están alcanzado los servicios de ajuste (que ahora mismo supondría cerca de una cuarta parte del precio habitual del Pool los años previos al 2021), que pudiéramos ver precios fijos donde el coste de los servicios de ajuste se factura aparte, igual que ya hemos visto que ha sucedido con el mecanismo de ajuste erróneamente conocido como “tope del gas”. Vendríamos a tener un nuevo tipo de indexados, los indexados “pass-SSAA” donde, contrariamente a lo habitual, se fija un coste tan relevante como el del Pool y se indexa al resultado de los mercados los servicios de ajuste.
Alternativas
Las soluciones para reducir estos costes tan relevantes no se logran de un día para otro. La energía gestionada por restricciones va en aumento en una coyuntura de mayor aportación renovable y menor demanda. Ni mucho menos podemos decir que es un capricho del Operador del Sistema el convocar grandes volúmenes de restricciones, cuando parte de su retribución depende de las asignaciones que realice en los mercados de restricciones técnicas respecto a la red de transporte.
En relación con la banda de regulación secundaria, por los desarrollos que se están haciendo para articular un producto común en el mercado interior de la energía de la UE, los requerimientos que establece Red Eléctrica se dejaron fuera de su retribución. Es decir, carece de una señal a intentar minimizar la cantidad de banda de regulación secundaria que solicita.
Respecto al mercado de control de tensión, en pruebas, no disponemos de información relevante para valorar su bondad y si el que se establezca de forma permanente o no iría en beneficio de un menor coste de SSAA para la demanda. En todo caso, la CNMC es quien decidirá, con la información proporcionada por el Operador del Sistema, este extremo.
Previsión
Pero, a todas luces, algo debemos hacer. Los mercados de ajuste han supuesto un sobrecoste a la demanda próximo a los 2.000 millones de € en 2022 y, de seguir esta tendencia, podrían alcanzar los 3.000 millones de € en 2023. Es fundamental incorporar en la planificación de las redes de transporte y distribución, y acometerlos con urgencia, los desarrollos necesarios para minimizar la asignación de energías y potencias en estos mercados, incorporar señales económicas y regulatorias para la mayor participación de más sujetos, demanda y almacenamiento en estos servicios y fomentar la electrificación de cuantos usos sea posible.
En todo caso, creemos que podría tener sentido estimar y provisionar este coste, bajo ciertas premisas (estimación de producción renovable, demanda, hidraulicidad, costes de materias primas como el gas y el carbón, etc.), con carácter trimestral o anual y asignarlo a la demanda por periodo tarifario, igual que se viene haciendo con otros conceptos como los pagos por capacidad, los peajes y los cargos. Todos aquellos desfases económicos entre la realidad y asignaciones de estos mercados y la recaudación obtenida serían liquidables en subsiguientes trimestres o años. De lo contrario, continuaremos con la incertidumbre y volatilidad de unos componentes fundamentales (y cada vez más elevados) de la factura de la luz, lo que irá en detrimento de las ofertas de suministro a los consumidores.