Fuente: El Economista
La Unión Europea ha puesto la energía nuclear en el centro de su estrategia de cara a su futuro eléctrico. Actualmente, la energía de fisión representa cerca del 22% del suministro del continente. A diferencia del gas y del petróleo, esta energía podría servir como complemento a la solar, fotovoltaica, hidrógeno verde… que son baratas y no contaminan pero que cuyo almacenamiento es un problema. En ese sentido desde la Comisión Europea, dieron a la nuclear la etiqueta de energía ‘verde’ por sus bajas emisiones. Además, las centrales nucleares ofrecen un suministro independiente de terceros países, algo que puede dotar una estabilidad que se ha echado de menos en situaciones como la guerra de Ucrania.
“La energía nuclear es una alternativa limpia a los combustibles fósiles” comentaba en su último informe la CE. En ese sentido, el viejo continente ha entendido que la próxima batalla consiste en los Reactores Modulares Pequeños (MDR, por sus siglas en inglés). “Los MDR están logrando avances significativos y tienen el potencial de desempeñar un papel importante en los sistemas energéticos integrados al proporcionar electricidad y/o calor con bajas emisiones de carbono y una huella limitada” comentan en el último escrito de la Comisión. Sin embargo, mientras otros países apuestan por estas pequeñas plantas como fórmula de futuro, España le ha dado, de momento, totalmente la espalda.
En un mundo cada vez más preocupado por la transición energética y la descarbonización, la energía nuclear sigue siendo una de las tecnologías clave para lograr estos objetivos. Sin embargo, mientras que países como Francia, Polonia y Bélgica están apostando por los MDR o SMR (por sus siglas en inglés) como una solución eficaz para la producción de energía, España parece estar quedándose atrás en esta tendencia cada vez más extendida. Según revelan los expertos de Foro Nuclear en declaraciones a elEconomista, la apuesta por estos reactores modulares podría marcar la diferencia en la estabilidad y sostenibilidad del sistema eléctrico español.
Uno de los puntos más destacados por los expertos es la naturaleza del diseño de los SMR, que se caracteriza por su modularidad y su pequeño tamaño. “Muchos de estos reactores pueden ensamblarse en fábrica y transportarse directamente al emplazamiento para su instalación”, señalan. Esto permite reducir significativamente los costos y los tiempos de construcción en comparación con las plantas nucleares tradicionales. Además, su diseño incluye características de seguridad avanzadas basadas en protecciones pasivas, lo que aumenta la confiabilidad y seguridad en su operación.
Este es uno de los motivos por los que la Alianza Industrial Europea sobre Reactores Modulares (un nueva organización dependiente de la Comisión Europea para facilitar y agilizar la llegada de esta nueva fórmula), ya ha anunciado que está impulsando siete proyectos, con 22 solicitudes presentadas por la Comisión Europea para ir preparando lo que será un despliegue mucho más ambicioso durante la década de 2030. “Cada uno de estos proyectos tendrá la oportunidad de constituir un PWG que involucre a todos los socios interesados “en colaborar con el proyecto” comentaba la Comisión Europea. Estos proyectos en su mayoría se centrarán en Bélgica, Rumanía y Polonia. Este último ya ha aprobado la puesta en marcha de seis de estos minirreactores.
Otra ventaja clave de los SMR es su versatilidad. No solo pueden generar electricidad de manera eficiente, sino que también pueden aplicarse a otros usos, como la producción de hidrógeno, la calefacción o la desalación de agua. “Los reactores modulares pequeños tienen muchas aplicaciones más allá de la simple generación eléctrica, lo que los convierte en una tecnología flexible para adaptarse a diversas necesidades energéticas”, subrayan los expertos.
A nivel global, países como Estados Unidos y Canadá han realizado inversiones considerables en el desarrollo de SMR, con la esperanza de que estos reactores puedan desempeñar un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, Estados Unidos ha invertido más de 2.000 millones de dólares en proyectos de SMR para impulsar su despliegue comercial. En Canadá, la provincia de Ontario ha establecido una estrategia de desarrollo de SMR para cumplir con sus metas de reducción de emisiones.
Sin embargo, España parece estar siguiendo una trayectoria diferente. Según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) aprobado por el gobierno, el país comenzará a cerrar sus reactores nucleares en 2027, con el objetivo de eliminar completamente esta fuente de energía para 2035. “España se está quedando sola en su apuesta por el cierre nuclear, mientras que el resto del mundo, incluidos nuestros socios europeos, reconoce la importancia de contar con fuentes de electricidad estables y sin emisiones de CO2”, advierten desde Foro Nuclear.
Emilio Minguez, presidente de Sociedad Nuclear Española, comenta en declaraciones a elEconomista que “España es el único país de Europa y del mundo que teniendo centrales nucleares en operación con un elevado rendimiento ha decidido prescindir de ellas y prescindir de la energía nuclear, y eso a pesar de ser una energía incluida entre las no contaminantes”, señala con asombro.
No obstante, este experto cree que más que invertir en los SMR quizá en el caso concreto de España sería más razonable y rentable “Seguir operando centrales hasta los 60 o los 80 años. Esta es la solución más viable en países como España, porque son centrales de alta tecnología en las que anualmente se realiza una inversión para mantenerlas en buen estado de operación. Prescindir de estas centrales no es una buena solución”, sentencia.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha sido clara al respecto: “Sin el apoyo de la energía nuclear, no tenemos ninguna posibilidad de alcanzar a tiempo nuestros objetivos climáticos“, afirmó su director general, Fatih Birol. Esta opinión es compartida por numerosos organismos internacionales, incluido el Panel Intergubernamental de Cambio Climático y el Organismo Internacional de Energía Atómica, que subrayan el papel esencial de la nuclear en la descarbonización.
En cuanto a la competitividad de las empresas españolas, los expertos alertan de los posibles efectos negativos de prescindir de la energía nuclear. “La desaparición de esta tecnología haría que el precio del mercado mayorista de electricidad se incrementase, afectando directamente a los costes de producción de las empresas, especialmente a aquellas con procesos electrointensivos”, explican. Con los SMR, España podría mantener una fuente de energía constante, fiable y económica que ayudaría a contener los precios de la electricidad.
Energía para 500.000 hogares
En definitiva, los reactores modulares pequeños representan una oportunidad que no debería pasarse por alto. Con una capacidad de hasta 300 MWe por unidad, un solo SMR puede proporcionar electricidad a unos 500.000 hogares, lo que demuestra su potencial para cubrir las necesidades energéticas de manera eficiente . Además, su menor tamaño conlleva una reducción en la cantidad de residuos radiactivos generados, lo que los convierte en una opción aún más atractiva desde el punto de vista ambiental .
En un contexto internacional donde cada vez más países ven en los SMR una solución viable para el futuro energético, España se enfrenta al reto de decidir si seguirá cerrando puertas a esta tecnología o si, por el contrario, aprovechará la oportunidad para mantenerse a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad energética.
Los grandes problemas de los minirreactores
Desde Greenpeace, por su parte, explican en declaraciones a elEconomista.es que los reactores modulares pequeños no cambian en absoluto el planteamiento que comparten con el gobierno: la falta de rentabilidad de la nuclear. Por su parte creen que tanto en términos climáticos como de gestión los SMR pueden traer nuevos problemas que no se estarían valorando entre los países que apuestan por ellos o desde la misma industria.
“Los SMR no son algo nuevo, es un mecanismo para intentar adaptar la nuclear ante la gran dificultad que existe detrás de estos proyectos: la financiación y la puesta en marcha“, comenta Francisco del Pozo, experto de la asociación en el ámbito nuclear. “Las grandes centrales nucleares tardarían entre 15 o 20 años para ponerse en marcha, ofreciendo una rentabilidad posterior por lo que son muy difíciles de financiar”.
Ed Lyman, director de Nuclear Power Safety comenta precisamente que a pesar de que “deberían tener menor coste de capital y tiempos de producción, no significa que sean más económicos. De hecho, creemos que muchas veces sucederá lo contrario”. El experto defiende que “los reactores más pequeños producirán, en general, electricidad más cara que los de mayor tamaño”. Por ejemplo, “se calcula que el proyecto de NuScale, ahora cancelado, para construir un reactor de 6 unidades y 460 megavatios en Idaho costaría más de 20.000 dólares por kilovatio, cifra superior al coste real del proyecto de reactor de gran tamaño de Vogtle, de más de 15.000 dólares por kilovatio”.
Por su parte, Del Pozo explica que “desde el punto de vista de la contaminación generarán el mismo combustible que dura miles de años y que llevará generación es eliminar. Ahora, en vez de mucha contaminación en una sola planta, estaría la misma, pero distribuida por muchos puntos”. Aunque, para Greenpeace el problema empeora más en términos de gestión. “La custodia de una central nuclear es algo complicado y requiere un control exhaustivo por ello tiene más sentido concentrar la producción en una sola planta, al dispersarlo con minirreactores será más difícil controlar esto, por lo que tiene una mayor influencia en riesgos y costes”.
Además, el experto cree que en un estado democrático es imposible establecer este modelo. Pues, mientras con las plantas encuentras una oposición localizada de los vecinos de la región en la que se pone en marcha, la propia naturaleza de los reactores más pequeños crea más rechazo. “¿Quien quiere vivir al lado de una central? Si ya se ha generado rechazo con las siete centrales actuales, imaginemos con 60 más pequeñas repartidas por todo el país. Es muy difícil que stos proyectos acaben de imponerse”.
Aunque para del Pozo el principal problema es de la nuclear en general, una menor rentabilidad. “El origen de todo es que no son competitivos, los precios son casi del doble que la solar o la eólica”. Según los datos de la Agencia Internacional de la Energía el coste en EEUU de la energía solar fue de 1,7 dólares por kilovatio y de 1,32 dólares para la solar. En el caso de la nuclear este fue de entre 6,95 dólares y 7,5 dólares. Aunque desde Lazard apuntan que esto no tiene en cuenta el hecho de que la renovable tiene capacidad de almacenamiento, algo que le da una ventaja clave aunque sea más caro.
Respecto a la duda de si es mejor utilizar la nuclear en vez de gas como industria energética de complemento a una apuesta por las renovables Greenpeace lo niega alegando que “a diferencia de lo que dice la industria es un binomio (renovables y nuclear) muy malo, dado que si hay costes bajos en las centrales es muy costoso para ellas operar y tienen a actuar a bajo rendimiento”. En resumen “la relación entre ambas es muy problemática y no es rentable”.
Desde el Instituto de Economía y Análisis Financiero de la Energía (IEEFA, por su siglas en inglés), defendían en un informe que los minirreactores suponen “una plan muy caro, lento de construir y arriesgado para darle un papel relevante en la transición desde los combustibles fósiles en la próxima década”. De hecho, piden cautela ante estos problemas y que “los inversores que estén sopesando cualquier propuesta de SMR deberían realizar cuidadosamente cualquier operación. Las cosas saldrán mal, poniendo en peligro las posibilidades de recuperación total de los fondos invertidos”.
Según las proyecciones de sus estudios los proyectos han tenido una “subvaloración” en los costes hasta ahora. “Los costes proyectados para los SMR rusos aumentaron más del 300% con respecto a las estimaciones iniciales, un 600% en los argentinos”. En ese sentido comentan que los proyectos de EEUU han tenido problemas similares y destacan el caso de NuScale 5. “Los costes de los reactores han pasado de 9.964 dólares por kilovatio a cerca de 21.561 dólares”. La IEEFA cree que “esto debería ser una señal de alerta para las empresas de servicios públicos, los reguladores y los inversores. Los costes, que ya son elevados, probablemente aumentarán aún más”.