Fuente: El Economista
Lo que tenían sobre la mesa este lunes los ministros de Energía de la UE era una reforma compleja. Una propuesta que la Comisión Europea presentaba en marzo de este año y que se alejaba de las pretensiones de revisión en profundidad del funcionamiento del mercado eléctrico comunitario. El encuentro, sin embargo, se ha saldado con que los Veintisiete no han sido capaces de cerrar un acuerdo.
La principal divergencia, como ha explicado la Comisaria de Energía, Kadri Simson, ha radicado en los contratos por diferencia, que se trata de acuerdos entre un Estado y un generador de energía en el que el precio no depende del mercado mayorista de la electricidad, sino que se trata de un precio fijo, que luego se devuelve dependiendo de si es más o menos alto que el nivel de referencia.
“Esperamos cerrar esta parte en la presidencia sueca”, ha dicho la ministra de Energía sueca, Ebba Busch en relación a las subsiguientes negociaciones entre embajadores previstas este mes. Un guante que recogió la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, para indicar que “es posible” llegar a un acuerdo en los próximos diez días que quedan de presidencia rotatoria del Consejo de la UE en manos de Suecia. Sin embargo, ha señalado que “no será fácil”, y “sino la presidencia española trabajará para que este acuerdo pueda alcanzarse lo antes posible”.
Las principales diferencias, tal y como ha explicado Ribera en rueda de prensa, han radicado sobre cómo se diseñan los contratos por diferencia. También ha habido “distintas propuestas en torno a la forma en la que reflejar el uso de los mecanismos de capacidad en esta reforma del mercado”, ha añadido.
Alemania y Francia han perfilado sus posturas en un primer debate de la reforma del mercado eléctrico para el que no ha habido consenso. La posición germana considera importante que se pueda disponer de la energía de los contratos por diferencia para dar preferencia, en caso necesario, a las necesidades de un país o de ciertos consumidores.
Francia, por su parte, volvió a sacar el tema nuclear para pedir que toda la energía generada de esta forma “también sea gestionada por contratos por diferencia”, ha aclarado Ribera. Algo a lo que Luxemburgo y Alemania se han opuesto de frente, al igual que España.
Para la titular de Transición Ecológica el tema es tan relevante que aboga por llegar a un consenso entre Estados miembro, en lugar de la mayoría cualificada necesaria para un acuerdo. El que ha sido un primer debate, todavía no estaba maduro, ha juzgado.
También suscitó reservas que estos contratos por diferencia pudieran distorsionar la igualdad de condiciones del mercado. Un argumento ante el que la ministra sueca ha señalado que se busca dar certeza al inversor, por lo que el diseño de estos contratos es importante.
No hubo consenso tampoco en relación a los mecanismos de capacidad para evitar apagones en los momentos en los que las renovables operen a bajo rendimiento por condiciones meteorológicas desfavorables.
Si Bruselas planteaba en su propuesta que solo se utilicen los subsidios del mecanismo de capacidad para financiar nuevas plantas renovables, la presidencia sueca abrió la mano a la posibilidad de ampliar la capacidad y extender la vida útil de otras plantas energéticas ya en funcionamiento. También al carbón. Y hasta 2028. Un intento por satisfacer a Polonia pero que ha suscitado el rechazo de países como Alemania o Luxemburgo.
“La propuesta debe facilitar el almacenamiento de electricidad en países en los que el peso de las renovables es importante”, ha dicho Ribera, que ha reconocido las demandas de algunos países para garantizar la seguridad de suministro de materias primas, cuando su sistema dependa de ellas.