Fuente: El Economista
El inicio de la guerra en Ucrania hizo saltar las alarmas del suministro energético en Europa. La dependencia de esta región del gas natural ruso provocó una crisis, ya que ante las sanciones económicas era muy previsible que el presidente, Vladimir Putin, decidiese cortar el envío del hidrocarburo. Así, la Unión Europea empezó a aplicar medidas que les permitiesen superar el invierno, como restringir el consumo a sus ciudadanos o construir más instalaciones de almacenamiento.
Pasada la temporada de más frío, ahora el problema es la gran cantidad de gas que hay almacenada. De hecho, el 9 de mayo los depósitos estaban al 62% de su capacidad, y si sigue a este ritmo se espera que alcancen su capacidad de 1.138 teravatios-hora (TWh) a finales de agosto, según estimaciones de Morgan Stanley. Esto está provocando la bajada de precios de esta energía.
Si en agosto de 2022 se alcanzó un pico de 243,72 euros por megavatio-hora (MWh), el coste ha ido bajando desde el pasado mes de enero hasta estos últimos meses de primavera. El pasado 12 de mayo el precio cayó hasta los 34,78 euros, un 150% menos que hace nueve meses, según informa Quartz.
De esta forma, las imágenes de los buques metaneros, que transportan el gas natural licuado, esperando que los precios subieran para vender su carga en noviembre, se han reproducido, pero la razón por la que Europa no compra es totalmente opuesta. Las reservas de gas están llenas y la demanda ha bajado ante el aumento de las temperaturas. Incluso, al término del invierno, las existencias de gas natural marcaron un récord, según los datos de marzo de Gas Infrastructure Europe.
Muchos de estos barcos han tenido que reducir su velocidad para no pasar tanto tiempo parados. “Las entregas se están desacelerando para igualar la disminución de los niveles de actividad en este período”, apunta Lu Ming Pang, analista de Rystad Energy AS.
Eso sí, los expertos advierten para que los europeos no se confíen, esperando que las facturas sean bajas en los próximos meses. En el caso de que se produzca un aumento del consumo, las reservas se podrían acabar y los costes volverían a aumentar. De hecho, Goldman Sachs estima que el precio medio de la próxima temporada de frío podría ascender hasta superar los 90 euros por MWh, y en un caso más extremo, hasta los 100 euros por MWh.
Los estragos económicos de Rusia
Por su parte, Rusia ya está sufriendo las consecuencias económicas de no haber vendido gas natural a Europa. En los primeros cuatro meses de este año, el país ya se había gastado todo su presupuesto, en gran parte, debido a lo que está suponiendo financiar la invasión de Ucrania. El agujero de esta nación ya se cifra en 40.979 millones de euros por la disminución de un 52,3% de los ingresos por la comercialización de petróleo y gas, según el Ministerio de Finanzas.
El Gobierno de Putin oculta lo que está costando la guerra, pero la partida de gastos clasificados o no especificados a finales de marzo alcanzaba los 31.000 millones de euros, según estimaciones de Bloomberg Economics.
Sobre esta situación, el Ministerio de Finanzas lanzó un comunicado, en el que afirmaba: “Decir que el déficit será exactamente del 2% del PIB es dar estimaciones incorrectas”. “Veamos qué pasa con los ingresos por el petróleo y el gas“, concluyó.