Fuente: El Economista
La llegada de Donald Trump ha traído una gran amenaza para Europa: los aranceles. El magnate neoyorquino habla abiertamente de un gravamen de entre el 10% y el 20% para todos los productos extranjeros, independientemente del país. Esto ha empezado a generar nervios en Europa, pues EEUU no solo es su socio comercial, también un elemento clave para garantizar su estabilidad energética. Europa se ha desintoxicado del gas ruso (ya solo representa un 15% del suministro) gracias, en buena medida a los envíos de GNL del otro lado del Atlántico. Las exportaciones de gas desde la Costa Este de la potencia norteamericana representan cerca de un 19% de todo el suministro, solo por detrás de Noruega (30%). Es por ello que una escalada comercial severa podría tener implicaciones muy críticas para el suministro energético del continente.
Sin embargo, expertos e incluso representantes de instituciones europeas no lo ven de este modo. Lejos de atisbar peligro creen que la potente interrelación que se ha generado entre las industrias gasistas norteamericanas y el suministro europeo puede ser la pipa de la paz perfecta para enterrar la amenaza de una nueva guerra comercial. El destino de la pujante industria energética de EEUU y la industria europea se han entrelazado. Y, no solo se trata de esto, sino que el ascenso de Donald Trump puede ser una gran noticia desde el punto de vista energético para el continente, pues esperan que sus medidas desatan una auténtica lluvia de GNL sobre la región que hunda los precios y ofrezca un balón de oxígeno a la rentabilidad de la industria europea, maltrecha desde que empezó la invasión rusa a Ucrania y se terminó el gas low cost de Putin.
Empezando por lo primero, el pasado miércoles Ursula Von der Leyen habló abiertamente de este tema. Al ser preguntada sobre qué harían para intentar evitar los aranceles, la respuesta de la alemana dejó lugar a pocas dudas. “Lo primero es dialogar y hacerlo sobre intereses comunes”. Y cuando le plantearon por los aranceles de Trump fue reveladora: “debemos negociar, todavía importamos energía de forma significativa a Rusia pero, ¿por qué no sustituirlo por GNL estadounidense, más barato y que reduce los precios de la energía?”.
En ese sentido, Von der Leyen está hablando claramente de la posibilidad de ofrecerle evitar los aranceles a cambio de comprars de gas extraordinarias. Este acuerdo sería algo muy similar a lo que ocurrió en 2018 entre el entonces presidente de la Comisión Jean-Claude Juncker y el mismo Donald Trump. En aquel momento utilizando como pretexto las ayudas de la UE sobre Airbus, declaradas ilegales por la OMC, Trump impuso una agresiva batería de aranceles sobre productos como el vino, el aceite, el acero o aluminio, entre otros productos.
En 2018 se logró una tregua en el que Europa accedía a comprar algunos productos de EEUU como la soja, pero el gran protagonista fue el GNL. El resultado se pudo apreciar a simple vista: los envíos aumentaron un 181% de un año para otro. El propio Trump habló tras la rúbrica del acuerdo de que Europa ahora se convertía en un “comprador a escala masiva de GNL estadounidense”. Una posibilidad que podría volver a emerger en el segundo mandato del presidente republicano.
En cualquier caso, hay importantes riesgos y si la tensión entre ambas partes sigue escalando la industria energética podría verse comprometida. Sin embargo, las políticas de Trump respecto a la energía encontrarían mucho sentido en una Europa a la que exportar más gas. De hecho los expertos creen que, a pesar de la retórica de hostilidad de Trump, su ascenso puede suponer un punto y aparte en lo que refiere a los precios de la energía en el continente, y puede hacerlo para bien.
Trump traerá gas más barato en Europa
Los analistas de Aurora Research hablan abiertamente de que la nueva era Trump provocará una caída del 9% de los precios respecto al escenario base en el medio plazo. “Bajo la administración de Trump, la expansión de la capacidad de exportación de GNL podría ser rápida si un gobierno liderado por los republicanos decide acelerar las aprobaciones de terminales de GNL y “liberar” la energía estadounidense”. Esto es lo que explicaría este movimiento a corto plazo.
Desde enero de 2024, Joe Biden ha detenido la emisión de nuevas licencias de exportación de GNL. Esta medida buscaba investigar el impacto sobre el mercado, el medio ambiente y la seguridad nacional de estas ventas al exterior. Esta medida no tiene fecha concreta de vencimiento y, de hecho, podría retrasarse hasta 2025 o 2026, hasta que desde Washington decidan que ya se ha estudiado lo suficiente el impacto de las ventas al exterior. En ese sentido, pocos dudan Trump tumbaría esta medida al poco tiempo de llegar a la Casa Blanca.
El candidato no solo ha garantizado que retirará esta producción, sino que al mismo tiempo se ha comprometido a bajar impuestos para estimular la producción, desregular el sector, ofrecer muchas más concesiones… En resumen, el republicano asevera que la forma de reducir los precios de la energía no es manteniendo sin exportar la producción vigente sino “liberando” el crudo y gas del país. Este política que él mismo ha traído del pasado tiene incluso un lema de campaña: “Drill, baby, drill”, un lema extendido entre los republicanos desde 2008.
Desde Argus Research explican que esto es lo que provocó “una reacción levemente bajista de los futuros gas europeo frente a las elecciones estadounidenses”. La consultora explica que “algunos participantes del mercado atribuyeron la pequeña caída de precios durante las operaciones matutinas a la expectativa de que una segunda administración de Trump buscaría una desescalada en varios frentes geopolíticos, como en Ucrania y Medio Oriente, que, dicen, habían apoyado los precios del gas en las últimas semanas”. Además, “de cara al futuro, la promesa de Trump de revertir la pausa en las licencias de GNL impuesta por la administración del actual presidente Joe Biden y acelerar la aprobación de nuevos proyectos de licuefacción puede haber impulsado las expectativas de suministro mundial de GNL hacia fines de esta década”.
Por su parte, desde Argus señalan que EEUU podría tener problemas en sus exportaciones de GNL si todo sigue la estela de su primera etapa y si cumple su amenaza respecto a China. “En 2019 las entregas cayeron a cero ante la guerra comercial“. Esto daría más argumentos a una Europa comprando más GNL y a la importancia de la misma para la industria. Sin embargo, la consultora ve riesgos. “Hay una amenaza a medio plazo si la nueva administración no coopera con Europa y se genera una brecha entre ambos mercados.”.
Desde S&P Global insisten en los riesgos. “Con Trump la situación será peor y muy caótica para los precios del gas en Europa. Probablemente esto afectará a países sensibles de todo el mundo y generará más volatilidad en el corto plazo”. Sin embargo a medio plazo tienen claro que “la victoria de Trump es bajista para el mercado, no hay dudas del aumento de producción que propone tanto en combustibles fósiles como a instalaciones de GNL”.
Desde el punto de vista de Europa, la situación para Europa era ya algo más incierta los últimos meses con una mayor demanda de otras partes del mundo como Asia mientras el invierno parece que, esta vez sí, será algo más desafiante a nivel de temperaturas que en los años anteriores, donde un clima más temprano ayudó a mantener altos los inventarios de gas. “Esto se ve agravado por la incertidumbre en torno al tránsito de gas ruso a través de Ucrania a partir de 2025. Los futuros de gas europeo para 2024 han aumentado un 12% desde julio”, comentan desde Aurora.