Fuente: El Economista
La Secretaría general del Consejo Europeo ha presentado su informe anual sobre los riesgos para 2024. En dicho documento, al que tuvo acceso este diario, Bruselas pone el foco en tres grandes asuntos: el desorden mundial, los cambios económicos y las numerosas e importantes elecciones que se van a celebrar en el mundo.
El informe alerta sobre localizaciones críticas para sabotajes de cables submarinos en la zona del mar Rojo y en el Atlántico frente a la costa británica. Asimismo destaca como zona con especial riesgo de incremento de tensión el estrecho de Taiwán y el Mar del Sur de China.
Para el corazón de la Unión Europea, el principal riesgo potencial que se identifica es la amenaza de ciberataques.
El Consejo Europeo ha puesto también énfasis en la tensión existente entre Argelia y Marruecos o Armenia y Azerbiyán así como los riesgos de golpes de Estado en la zona del Sahel.
Para los analistas, la intensificación de la competencia entre las grandes potencias es creciente. Las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China no dan señales de disminuir, y las grandes potencias tradicionales afrontan desafíos que pueden socavar su credibilidad. Las potencias intermedias, como Turquía, Arabia Saudí o India, ganan influencia, los conflictos congelados se están descongelando.
Para el Consejo Europeo seguirá habiendo tensiones comerciales, en línea con la tendencia general al aumento de las restricciones comerciales de la última década. Esta tendencia podría desembocar en una verdadera militarización de las relaciones comerciales, ya sea en forma de restricciones a la exportación de tecnologías y materias primas esenciales o de prohibiciones de las importaciones por motivos políticos. La influencia cada vez menor de instituciones multilaterales como la Organización Mundial del Comercio, cuyo papel coordinador se cuestiona cada vez más, seguirá constituyendo una amenaza para la gobernanza económica internacional. Mientras tanto, el comercio internacional está cada vez más impulsado por los servicios entre las economías avanzadas, que ya representan el 25% del comercio mundial y en la última década han superado con creces al comercio de bienes.
Aunque algunos analistas esperan que los tipos de interés en la segunda mitad de 2024, es probable que sigan siendo elevados hasta que se logre reducir la inflación a su objetivo del 2%. Aunque la inflación y los tipos de interés puedan volver a estar algo bajo control durante 2024, el futuro panorama financiero parece fundamentalmente diferente de la experiencia de la década pasada. Este cambio representa, en algunos aspectos una vuelta a la economía anterior a la crisis y a la pandemia, pero en un contexto mundial muy diferente y en medio de retos persistentes.
En Europa, la política del BCE puede encontrar dificultades adicionales por el impacto asimétrico en los Estados miembros. En este contexto, surgirán más debate sobre la coordinación de las políticas fiscal y monetaria, exigiendo un delicado equilibrio entre inflación, tipos de interés y crecimiento.
A diferencia de lo ocurrido en crisis anteriores, se espera que el desempleo se mantenga en mínimos históricos pero se espera que aumente la escasez de mano de obra en niveles de cualificación, lo que exigirá que tanto los empresarios como trabajadores se adapten a la evolución de las necesidades, especialmente en el contexto de las transiciones verde y digital.
Para la UE, el año que viene podría ser testigo de una “reacción verde” más aguda y una ralentización normativa a medida que los grupos de interés sectoriales han elevado su preocupación por el coste del cumplimiento de la legislación ambiental mientras los hogares luchan contra el aumento del coste de la vida.
Al mismo tiempo, los fenómenos climáticos extremos han provocado pérdidas económicas estimadas en 650.000 millones en la UE en las últimas cuatro décadas, de los cuales sólo en 2021 y 2022 han ascendido a 110.000 millones.