Fuente: El Periódico de la Energía
La guerra en Ucrania ha provocado un cambio geoestratégico en la Unión Europea porque todos los países -y ya no solo los del este- han interiorizado el riesgo que supone Rusia, y ha abierto a la vez una serie de retos de final incierto que marcarán el futuro del club y del continente.
Como consecuencia de esta nueva percepción compartida de la amenaza que representa el Kremlin, la seguridad energética ha adquirido una relevancia fundamental y para evitar problemas de suministro, la UE ha reducido en un año la dependencia de Moscú que tenía hasta antes de la guerra.
Los Veintisiete han dejado de importar su petróleo y han logrado que el gas que compran a Rusia represente hoy en día un 9 %, frente al 40 % de hace un año, que están supliendo con una mayor diversificación de proveedores, principalmente Estados Unidos, pero también Noruega o Catar.
“Lo primero y más obvio que ha cambiado” con la guerra “es la diversificación energética”, dice a EFE Rosa Balfour, directora del laboratorio de ideas Carnegie Europe, para quien “será difícil volver al ‘statu quo’”.
Y por ahora, “la UE ha demostrado ser más resistente al ‘shock’ energético de lo que pensábamos”, comenta, también a EFE, el investigador de Bruegel, Georg Zachmann.
De hecho, la Comisión Europea acaba de elevar la previsión de crecimiento de la eurozona y de la UE, hasta el 0,9 % y un 0,8 % respectivamente, y ha rebajado la inflación al 5,6 %.
TABÚES
Otro de los cambios que ha causado el conflicto es que la UE, por primera vez, está financiando el envío de armas para apoyar a un país tercero agredido, rompiendo un tabú en una organización que nació tras la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de garantizar la paz entre los países europeos.
“Este es un tabú que se ha roto y ahora empiezo a pensar que podría ser una manera en la que la UE se involucre en el futuro en cuestiones de seguridad en todo el mundo”, opina Balfour.
No obstante, la guerra ha vuelto a reafirmar a la OTAN como la verdadera garante de la seguridad de Europa, enterrando las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, en 2019, cuando dijo que la Alianza Atlántica está en “muerte cerebral”.
La invasión rusa de Ucrania ha puesto sobre el tapete “la realidad”, continúa Balfour, de que en materia de seguridad y defensa, los europeos dependen de Estados Unidos, con lo que ahora “es menos relevante” la autonomía estratégica que la UE quiso impulsar, primero con la llegada al poder del expresidente estadounidense Donald Trump y después con la pandemia.
Una idea que comparte el investigador del Centro de Estudios de Política Europea Zach Paikin, para quien “la dinámica más inmediata” que se ha generado con la guerra es que “la UE no es más fuerte, porque está más alineada con Estados Unidos para garantizar su propia seguridad”.
SEGURIDAD EN EUROPA
Paikin considera que el hecho de que todos los países de la UE hayan asumido la amenaza que supone Moscú “no significa que tengamos una misma visión global de cuál debe ser la política de seguridad y defensa de la Unión Europea” y por tanto, de cómo debe acabar la guerra.
“Hay un acuerdo en la UE de que la guerra acabará cuando Ucrania decida que ha llegado el momento, de que las futuras fronteras de Ucrania no se deben decidir en París, Berlín, Varsovia o Washington. Se tendrán que decidir en Kiev”, dice Balfour.
Pero cree que “si la victoria militar de Ucrania no es tan evidente, lo que es una posibilidad dado que se espera una ofensiva (de Moscú) y Rusia tiene recursos, algunos países en Europa pueden empezar a argumentar que deba haber algún tipo de solución de compromiso respecto a la integridad territorial de Ucrania”.
Por ahora, la UE y los países occidentales están comprometidos con la ayuda militar a Kiev y Bruselas ha concedido ya el estatus de país candidato a Ucrania, muestra, no solo de su apoyo, sino de la pugna con Rusia por ganar influencia en la zona, así como en los Balcanes Occidentales, cuyo proceso de adhesión también han incrementado los Veintisiete.
La ampliación es “otro gran cambio potencial” que la guerra puede provocar en la UE, ya que la obligará a llevar a cabo “grandes reformas”, no solo en la toma interna de decisiones, con una hipotética eliminación de la unanimidad, sino, por ejemplo, de la Política Agrícola Común ya que “Ucrania es un gran sector agrario”.