Fuente: Voz Pópuli
El precio de la luz se está tomando un respiro en los primeros meses de 2023 y España presenta descuentos del 40% frente a sus vecinos. Aunque esto no quiere decir que las facturas de muchos consumidores sean más ‘baratas’. La industria electrointensiva española, aquella en la que la electricidad es un factor primordial en su proceso, registra una factura eléctrica que supera con creces a las grandes potencias europeas.
El precio final que pagan los grandes consumidores en España se sitúa de media 118,67 euros megavatio hora (MWh) en 2023. Un nivel que supera en un 83% lo que paga el sector en Francia y en un 21% el precio eléctrico de la industria de Alemania. Los datos que facilita la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), en su Barómetro Energético en España del 30 de abril, muestran que los precios del mercado son similares en los tres países y la diferencia reside en costes regulados o impuestos.
Las diferencias residen, en primer lugar, en el precio que pagan en el mercado. En primer lugar, la industria francesa cuenta con un coste sin incluir impuestos ni tasas de 76,64 euros y 111,26 euros en el caso alemán, frente a los 107,87 euros megavatio que paga la industria española. Ese valor que señala AEGE es un precio medio calculado sobre los registros medios hasta la fecha y los precios futuros que se están dando para el resto del año.
Tres industrias con diferentes modelos de consumo. En Francia, un 67,43% de las empresas industriales están en los 42 euros/MWh que marca la Tarifa ARENH, la tarifa regulada vinculada a la producción nucleares, y el 32,57% van al mercado. El 70% de los industriales alemanes, por su parte, compran la electricidad a un precio máximo de 130 euros. La industria electrointensiva española contrata en un 90% la electricidad en el mercado diario que casa el OMIE.
España incluye una serie de ‘extras’ como la compensación de ajuste del tope al gas. Los costes regulados de peajes de la red, cargos del sistema, pagos por capacidad, pérdidas y servicios de ajuste multiplican por cinco a la industria de Alemania y por 15 lo que se paga en Francia.
El impuesto eléctrico, la tasa municipal y el fondo nacional de eficiencia energética (FNEE) hace que los electrointensivos españoles engorden el doble su factura que sus vecinos europeos en término de recargos e impuestos. Por último, como refleja su barómetro, la compensación de los costes indirectos imputables a las emisiones de gases de efecto invernadero son más competitivas en Francia y Alemania.
La industria reduce la demanda
El sector apunta que esta diferencia competitiva marca la caída de la bajada de la demanda. En los últimos doce meses, la reducción de la demanda eléctrica general es del 3,3%, arrastrada por el descenso del 10,3% en la demanda industrial. Las bajadas más acusadas, recuerdan los analistas del Grupo ASE, se han producido en el sector metalúrgico, con una caída del 25,3%, y el desplome en el sector del papel alcanza el 11%.
Una situación que también se ha dado en el gas. La caída en los últimos doce meses de la demanda de gas natural es de un 6%. El descenso en el sector industrial en este apartado es del 9,1%. La industria se está resintiendo por los altos precios de los últimos tiempos y, de hecho, han aumentado las importaciones de algunos productos intermedios.
Un ‘escudo’ para solucionar el problema
Pedro Sánchez intentó una vía al cierre de 2022 para solucionar este problema energético con la industria. El Gobierno decidió prorrogar hasta el 31 de diciembre de 2023 de la aplicación del tipo impositivo del 0,5% en el impuesto especial sobre la electricidad. Asimismo, amplió hasta hasta el 30 de junio de 2023 la suspensión temporal del impuesto sobre el valor de la producción de la energía eléctrica.
La industria electrointesiva española echa reclama que se prorrogue la reducción en el 80% de los peajes, se apruebe la modificación reglamentaria del Estatuto del Consumidor Electrointensivo, se ajusten las cantidades por compensaciones indirectas de CO2 al precio observado el año pasado y se agilicen los proyectos con financiación europea para avanzar en la transformación de la industria.
Unos consumidores que exigen más que el resto “estabilidad y precios energéticos competitivos”. Y, como evidencian los datos de AEGE, todavía están lejos de conseguirlo.