Fuente: El Economista
La sombra de un invierno que termine hundiendo a las economías europeas en una crisis por los problemas con la energía ha crecido como una amenaza real ante la última decisión de Moscú -que entró en vigor este jueves 21 de septiembre- de vetar las exportaciones de diésel. El objetivo es intentar paliar la escasez que existe en el país, con los precios por la nubes, y así lograr estabilizar el mercado interior.
El caso es que el veto a la exportación de gasolina y gasóleo no tendría por qué afectar directamente a la Unión Europea; a raíz de la guerra en Ucrania la prohibición de comprar carburante ruso ya estaba vigente en el marco de las sanciones impuestas a Rusia.
Pero sí implica que queda fuera del mercado uno de sus actores principales, no en vano, a pesar de las sanciones europeas, Rusia terminó 2022 como el principal vendedor de este tipo de combustible a nivel mundial. Por eso, aunque esta vez la decisión rusa no se corresponde con una estrategia para perjudicar a la UE como sucedió el año pasado con el gas, si puede acabar afectándole si se reduce el volumen de gasóleo en el mercado.
Mientras el dedo señala al petróleo, que ya apunta a los 100 dólares; hay otro factor que puede desestabilizar los precios de la energía en Europa: el diésel ruso. Rusia es el principal exportador de un combustible que no solo es clave en el transporte, también para calentar hogares en los duros inviernos de Europa central y para la agricultura.
La economía de Rusia acosada por bloqueos y sancionas ha demostrado una milagrosa resistencia desde que se iniciara al inicio del año pasado la ocupación de Ucrania, pero el Kremlin no ha contado con la enemiga silenciosa y letal de la inflación. Los precios minoristas de la gasolina y el diésel en Rusia se elevaron un 9,4% en lo que va del año hasta el 18 de septiembre, frente a un incremento en los precios generales al consumidor de 4%, según los datos más recientes del Servicio Federal de Estadística de Rusia.
El Gobierno de Putin ha tomado la decisión de detener de manera indefinida las exportaciones de diésel y gasolina, Rusia también es uno de los principales jugadores mundiales, al resto del mundo para “reducir los precios para los consumidores”. El veto ha comenzado este jueves y no tiene fecha límite. Moscú toma ahora esta medida después de que redujera, según datos de London Stock Exchange Group citados por Bloomberg, un 30% las exportaciones de diésel en los primeros 20 días de septiembre, en comparación con el mismo periodo en agosto, situando el volumen de exportación en torno a los 1,7 millones de toneladas métricas.
Aquel movimiento se produjo, por otro lado, después de que Reuters informara en agosto de cómo la escasez de combustibles estaba afectando a la recogida de cosechas en regiones sureñas del país. Ello es, sin duda, materia de preocupación para el Kremlin, ya que Rusia tiene previsto celebrar elecciones presidenciales en marzo de 2024 y a Putin no le conviene que el descontento se generalice entre la población campesina con el frente ucraniano abierto.
Los precios en los mercados internacionales llevan desde hace varios días estas tensiones en el suministro. El precio del gasóleo de referencia en Europa ha vuelto a la zona de los 1.000 dólares la tonelada, algo que sucedió por primera vez, con la guerra en Ucrania. Este jueves el precio del gasóleo europeo escaló un 5%. También se han visto afectadso instrumentos financieros más especulativos como el crack del Brent. Una suerte de futuro de gasóleo que lo utilizan los inversores para cubrir las posiciones del Brent. Este jueves se disparó un 9% hasta los 37 dólares.
El mercado de carburantes ruso está siendo golpeado por numerosos factores, entre los cuales destacan los cuellos de botella en el transporte ferroviario, el mantenimiento de refinerías de crudo y la debilidad del rublo, la cual incentiva las exportaciones y hace que escasee la oferta en el mercado interno. Pero una de las principales palancas para la subida del combustible está en la política rusa de apoyar los recortes de petróleo dentro de la OPEP+.
¿Puede afectar a España la crisis del diésel ruso?
Según las últimas cifras, que ha publicado Cores (Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos) dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, los productos refinados y petróleo de Rusia han desaparecido de las estadísticas oficiales. Moscú habría dejado de suministrar carburantes y otros destilados, lo que debería amortiguar cierta presión para los precios de los combustibles a pie de calle, pero la realidad es más compleja y complicada. Hace unos meses, Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, la principal refinería y distribuidora del país, dijo que “el diésel de Rusia sigue estando en el mercado europeo. Y sigue estando en el mercado español. Por supuesto, hay diferentes destinos, Turquía, el norte de África, etc., pero este diésel está llegando a la UE”, dijo en un encuentro con analistas.
El directivo denunciaba que el petróleo y el combustible ruso estaba entrando desde países terceros al mercado europeo. Es decir, durante este tiempo de manera opaca la oferta rusa seguía llenando los surtidores españoles, pero se ha acabado desde Moscú.
La falta de suministro de diésel o su encarecimiento afectará también a toda la cadena suministro del transporte de carburantes. Clay Siegel, director de servicios de crudo globales en Rapidan Energy Group, explica a Bloomberg que el diésel es el combustible de los camiones de 18 ruedas que mueven los productos de las refinerías al mercado, “por lo que, si aumenta su precio, el aumento del coste de transporte se traslada a los negocios y a los consumidores”.
España continuó comprando diésel proveniente de Rusia a través de Marruecos
Parece, por lo tanto, que el panorama está cambiando respecto al pasado mes de abril, cuando el diésel se encontraba cada vez más y más barato. Ello se debía, en primer lugar, las abundantes reservas de gasóleo – que se comenzaron a llenar después de que la UE anunciara los primeros paquetes de sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania -; en segundo lugar, la disminución de ventas de coches diésel y, finalmente, el incremento de la demanda de coches híbridos, los cuales -salvo Mercedes- emplean motor de gasolina.
En ese momento, y a pesar de las sanciones europeas, España continuó comprando diésel proveniente de Rusia a través de Marruecos. La explicación radica en la diversificación de clientes del Kremlin tras las restricciones de Bruselas, ya que Moscú aumentó las ventas de hidrocarburos a compradores alternativos, entre los que se encontraba el país del norte de África, que a su vez lo vendían a otros países.