Fuente: El Economista
La suerte de Europa en los últimos dos años se ha terminado y ahora toca prepararse para una carrera cargada de tensión por llenar sus almacenes de gas. En 2022 el mercado se rompió por completo, la desconexión con Rusia pilló a los principales países de Europa sin opciones alternativas. Estas naciones se lanzaron al mercado a comprar gas a cualquier precio para sobrevivir al invierno, llevando el precio a los 300 euros por megavatio hora. Tras esta explosión inicial el destino regaló al viejo continente dos inviernos cálidos que le dieron un gran margen de maniobra para acudir al mercado de forma ordenada, con sus alforjas llenas. Sin embargo, esta vez ha salido cruz. Ahora los expertos advierten de que, si bien no vendrá otra crisis, la realidad es que la situación actual dará paso a unos precios estructuralmente más altos (un 50% más) que seguirán dañando a una industria que ha sido la principal afectada de estos mayores costes.
Europa atraviesa un invierno especialmente frío que ha disparado la demanda. Todo esto después de un arranque de la temporada crítico debido a que un fenómeno como es la ‘calma oscura’, que detuvo por completo la producción eólica en muchos países. Ahora este periodo ha pasado, pero el continente sigue cargando con el peso de haber necesitado tirar de reservas como nunca. Según Tempos Energía en un solo mes se retiraron 8.365 gigavatios hora, diez veces más de lo habitual y la mayor extracción desde 2022. Esto se mezcló también con una gran competencia con Asia, el final del gasoducto que conecta Rusia con Europa, pasando por Ucrania (y que trae el 5% del gas del continente), el retraso de plantas GNL que no han podido realizar sus envíos y las dudas respecto a una posible sanción contra el GNL ruso, que supone el 18% del abastecimiento.
Aunque el principal problema de todo viene, especialmente, de unas reservas que se han vaciado mucho más rápido que antaño. “Si los problemas con Rusia te ocurren con unos almacenes, al 60% tienes la batalla ganada. El catalizador de todos los problemas es que estamos sin las reservas llenas“. Un lastre que ha dejado las reservas en una situación complicada y que ha provocado que las reservas estén a día de hoy al 58,5%, según los últimos registros de Gas Infraestructure for Europe. Para entender las implicaciones de esto, el año pasado estaban al 73% por estas fechas y en 2023 al 75%. Pero no es solo que las reservas están peor que en la época actual, sino que también está por debajo de las cifras preguerra.
Se prevé que los inventarios de gas en Europa caerán a 38.000 millones de metros cúbicos a finales de marzo, llevando las mismas a cerca del 35% de la capacidad total de almacenamiento. También se prevé que aproximadamente el 35% de los suministros para la reposición durante el verano serán de GNL, por lo tanto, Europa estará realmente expuesta a la volatilidad de este mercado.
Esta situación ha tenido un impacto claro en los precios. A día de hoy el contrato activo (TTF) cotiza en los 49,25 euros el megavatio hora tras haber llegado a superar este enero los 50 euros. Fuera de los precios de locura de 2022, se trata de una cifra un 70% superior que el mismo contrato por estas fechas, cuando bailaba entre los 25 y 35 euros.
“La demanda de almacenamiento de gas europeo está en su ritmo más rápido desde 2021”. Hay tres motivos para esta situación. En primer lugar, “algunos períodos de clima frío y calmado han impulsado la demanda de gas de los hogares y han aumentado la dependencia de las centrales eléctricas a gas”. En segundo lugar, “el fin del tránsito de gas ruso a través de Ucrania el 1 de enero eliminó alrededor del 5% de las importaciones de gas de Europa”. Y en tercer lugar, “la mayor competencia con los mercados asiáticos provocó una desaceleración de las importaciones de GNL de Europa en el cuarto trimestre”.
Esta situación, sumado a esos temores respecto a sanciones al GNL ruso (supone el 18% del abastecimiento) ha provocado que los operadores se lancen a comprar gas de forma masiva para el verano. Provocando un fenómeno total antinatural en la dinámica del gas europeo. Los futuros de este verano ya valen más que los del próximo invierno. Esto supone una alerta bastante importante para el mercado debido a que “los operadores compran en verano para venderlo en invierno, que estén más bajos indica una ansiedad que fomenta unas mayores tensiones para llenar las reservas en invierno”. En resumen, solo se invirtió en 2022 e indica una ansiedad de los agentes del mercado por abastecerse rápido en un gesto “antinatura” pues es extraño que tenga más sentido comprar en junio que en diciembre.
Esta situación ha llevado a tomar cartas en el asunto al principal consumidor energético del continente y el gran protagonista de la crisis energética. Alemania, que ha anunciado que subvencionará las compras de gas para incentivar las compras. Un mensaje que implica que habrá una gran competencia por los cargueros de GNL en todo el continente. La decisión de Alemania está fundamentada totalmente por ese giro de los contratos verano-invierno. “El componente principal del plan es un subsidio para fomentar las inyecciones de almacenamiento, ya que el actual diferencial negativo de precios entre verano e invierno no respaldará las inyecciones”.
Esta dinámica se produce debido a que si bien hay un aumento de la demanda en verano por el aire acondicionado, “el 50% del consumo de países como Alemania viene de la calefacción doméstica en invierno”. Por lo tanto, todo el calendario energético se configura para llegar a noviembre, la época en la que ese pico de demanda comienza con las reservas llenas. Además, en este periodo, los países de la UE tienen la obligación de tener al 95% sus alforjas. El periodo estival será una verdadera prueba de fuego dado que a pesar de que históricamente tiene una “menor demanda estacional” supone una de las mayores antes del invierno dado que “la necesidad de aire acondicionado del sur de Europa suponen un factor determinante para los precios, al igual que la extensión de las reservas hidroeléctricas”, que se limitan en este periodo y obligan a recurrir más al gas.
Condena de unos precios más altos
Desde la Agencia Internacional de la Energía explican que esta batalla en los próximos meses por los contratos de gas puede marcar un importante cambio en los precios de la energía en Europa de un modo estructural. El motivo es porque “hay un equilibrio muy frágil”. Por lo que, si bien no hay riesgos para la seguridad de suministro y energética, tanto lo que ocurra con Rusia como cualquier cambio en el mercado puede endurecer los precios de importación de GNL y endurecer así también los fundamentos del mercado.
Fielding, explica que si bien descartan de plano una situación de alta volatilidad y crisis como en 2022 o similar, si bien el peligro de que las bajas reservas provoquen un repunte general de los precios de forma estructural, no son grandes alzas a corto plazo. “No hay preocupaciones a corto ni preocupación real de unas reservas peligrosamente bajas para invierno, pero cuanto más gas se siga extrayendo ahora más habrá que pagar para reponerlo el próximo invierno.
Desde Coface coinciden con la AIE en que esta situación afectará a los fundamentos del mercado pues, con los operadores teniendo que acudir al mismo de forma acelerada a lo largo de todo el año para mantener los inventarios. “Si bien no existe un riesgo de déficit, los inventarios han disminuido tanto que esperamos que los precios se mantengan todo el año un 50% más altos que en 2024 y el doble de los niveles que había antes de la guerra”. “Los comerciantes que habían pospuesto las compras de gas, esperando una caída estacional de los precios, se han visto obligados a comprar a precios altos en los últimos meses”. Esta situación, que seguirá vigente, “obligará a que haya unos mercados ajustados en 2025 que mantengan los precios altos” todo el año.
El precio del megavatio hora con un claro techo de 50 euros, cerca de donde cotiza actualmente. Sin embargo, un mercado cada vez más tenso fomenta que el suelo que podría esperarse sea mucho más alto de media que el que hemos visto en años anteriores. “Suelo que llegó a ser de unos 35 euros”. Eso sí, se ven grandes oportunidades al margen de unos meses que puedan ser más cálidos. La principal es que un Donald Trump agresivo, “provoca una caída de la demanda de gas en China por una guerra comercial con China”. Algo que “ya pasó la legislatura pasada y llevó a muchos cargueros, con descuento, dirigiéndose al viejo continente”.
Se espera que la tensión de este año se alivie mucho de a partir de 2026 debido a que está prevista que a partir de este año se libere una gran potencia de producción y envío de GNL, en particular en EEUU (Biden había bloqueado las nuevas licencias de exportación) y provoque “en cuanto el nuevo suministro llegue al mercado desate una influencia significativa en los precios del gas en Europa”.
Por su parte, el nuevo modelo energético de Europa desde la guerra de Ucrania, dependiente del GNL y con estos calendarios supone un problema que han alertado desde S&P Global. “Con el modelo actual siempre puede activarse una crisis en el mercado como la que se produjo en 2022 y, dadas las necesidades de inyección otra crisis puede ser una bomba de relojería”. Argus rebaja esta posibilidad alegando que “aunque está claro que hemos superado el punto de crisis que existía y no hay dudas respecto a cubrir la demanda de gas, el mercado actual (al ser dependiente de estas exportaciones) es más vulnerable y este verano se perfila como el más desafiante desde 2022 por un amplio margen dadas las altas necesidades de reabastecimiento y la ausencia de gas ruso”.