Fuente: El Economista
Europa entre 2022 y 2023 logró un auténtico hito: desconectarse del gas ruso. Si en 2021 el 33% de todo el gas que compraba el continente era ruso, para diciembre de 2023 la ‘dependencia’ se redujo solo al 13%. Con países como Alemania viviendo una verdadera crisis con el coste de esta profunda desconexión e incrementando los pedidos a EEUU y Noruega, con el incremento de precios que esto ha supuesto. En términos totales, las llegadas de gas ruso han pasado de los 150 BCM a apenas 43 BMC. Sin embargo, cuando el camino parecía trazado hacia una dependencia cada vez menor, 2024 ha arrancado con una gran sorpresa para propios y extraños: las llegadas de gas ruso a Europa están aumentando sensiblemente.
Aquellos que sufrieron más para desconectarse del gas ruso están volviendo a ver como los envíos aumentan. Según datos del Foro de Países Exportadores de Gas (GECF), el volumen de gas que entra vía gasoducto a Europa desde Rusia ha aumentado un 23% el primer trimestre de 2024 frente a las cifras del año anterior, cuando la dependencia era mucho mayor. En total, más de 7.000 millones de metros cúbicos se han movido rumbo a Occidente a través de esta vía. Por su parte, los envíos de GNL (gas natural licuado) procedente de Rusia también han aumentado, en particular un 14%, según cifras de Kpler.
El suministro vía gasoducto parecía haber emprendido un camino de caídas desde el mismo comienzo de la guerra. Al comienzo de la guerra había tres ‘arterias’ por las que fluía el barato gas ruso al corazón del viejo continente. Por un lado, estaba el Nord Stream que comunicaba Rusia y Alemania a través del mar báltico. En segundo lugar, el Yamal-Europa, una camino energético de Moscú a Berlín pasando por Bielorrusia y Polonia. En último lugar, estaba el Brotherhood-Progress-Soyouz, que, pasando por Ucrania abastece a Hungría, Eslovaquia, Austria y otros países de la región.
De estas tres rutas solo ‘sobrevive’ el Soyouz-Brotherhood. Tan pronto como en 2022 Gazprom anunció que ya no utilizaría más su ruta polaca y posteriormente se cerró la ruta a Alemania a través de Nord Stream. Todos estos movimientos parecían indicar que aquellos países conectados a la energía de Moscú iban en una clara línea hacia la desconexión. Sin embargo, esta tendencia se ha invertido.
Más gas por tierra y mar
Cabe destacar que este repunte viene después de una caída de los envíos a través de los oleoductos del 84% desde sus máximos de 2021, según datos de S&P Global. Sin embargo, la agencia señala al GNL como el principal foco de preocupación. “La dependencia de Europa de las importaciones en 2023 ya venía aumentado con Rusia suministrando 4,89 millones de toneladas”. Esto supone que Rusia ya suponía en diciembre un 16% de todo el suministro frente al 12,74% de un año antes. Esto se debió principalmente a que España disparó las compras para reexportar, seguido de Bélgica y Francia.
En 2024 estos países han seguido incrementando su consumo. España, que ya venía de una trayectoria ascendente ha aumentado sus importaciones un 23%, Francia un 100%. De estos tres protagonistas del GNL ruso solo Bélgica ha dado un paso atrás en el primer trimestre, con la compra de un 7% de gas. Por su parte Grecia ha empezado a llenar sus alforjas de forma crítica, elevando sus compras un 81%.
Los analistas de S&P Global señalaban preocupados el caso de España alegando que “no tiene planes de diversificarse fuera del GNL ruso“. David Lewis, analista de GNL, sentenciaba que “(España) No puede anular contratos sin que el gobierno intervenga y el gobierno dijo que no intervendrá en el contrato entre dos empresas privadas”. Y el motivo por el que era este país el que había tomado este rol es por su alta capacidad de regasificación (el 25% de toda la capacidad de Europa) que le ha permitido “beneficiarse de cargamentos en dificultades”.
¿Por qué Europa compra más?
“El suministro de gas ruso sigue creciendo” indica Ana María Jaller-Makarewicz, investigadora del Instituto de Economía y Análisis Financiero de la Energía (IEEFA, por sus siglas en inglés), en declaraciones a elEconomista.es. La experta defiende que se han mezclado dos factores que pueden explicar el repunte, por un lado, “una relajación y un contexto más calmado que ha llevado a los países a querer aprovechar los mejores precios“. Por otro lado, desde IEEFA creen que todos los países de la UE se han lanzado a acaparar gas ruso barato cuanto antes ante la posibilidad de una nueva batería de sanciones por parte de la UE que limite precisamente el gas.
Aunque aún no hay una propuesta oficial están creciendo los apoyos en torno a la puesta en marcha de un decimo cuarto paquete de sanciones sobre Rusia centrado específicamente en el gas, en particular en el GNL. A pesar de que ya se puso un tope al gas y se reforzó, este no ha limitado las llegadas de gas ruso.
A comienzos de mayo se ha puesto en marcha una primera discusión cuyas propuestas se centrarían en prohibir la prestación de servicios de carga al transbordo de GNL ruso (es decir, que los barcos rusos no puedan descargar su gas en los puertos europeos). Además, las propuestas iniciales apuntan a una prohibición total de la entrada en los puertos a cualquier barco que “contribuya al esfuerzo bélico”, incluyendo los buques cisterna.
Según explicaba Reuters la semana pasada, Bélgica, Alemania y Francia habrían pedido a la Comisión Europea una evaluación sobre el impacto de esta medida en sus puertos. Esto explicaría para IEFFA que Francia haya duplicado las compras de GNL ruso en el primer trimestre de 2024. Salga o no adelante, las economías del viejo continente querrían adelantarse a una escalada con la retórica de Bruselas centrada de nuevo en el gas.
Estas nuevas sanciones se han mezclado también un temor reforzado a que el conflicto en Ucrania y la escalada de tensiones pueda llevar incluso al cierre del gasoducto a través de Ucrania. Moscú y Kiev habían firmado un acuerdo de tránsito por el Brotherhood-Soyouz desde 2019 y fue refrendado por ambas partes con el conflicto. Sin embargo, este compromiso finaliza el 31 de diciembre y, en caso de no lograrse un nuevo acuerdo, se cerraría por completo, con Europa perdiendo un 5% de todo el gas que recibe de golpe.
El propio ministro de energía de Ucrania, German Galushchenko, fue tajante al respecto, afirmando que “puedo confirmar que no tenemos planes de firmar un acuerdo adicional o extender el actual”. Aún quedan muchos meses y Moscú prometió encontrar rutas de suministro alternativas, desde ICIS señalan que Austria, Hungría y Eslovaquia se enfrentarían a grandes dificultades. Es esta incertidumbre otra de los factores que también estaría incentivando la compra de gas ruso mientras es viable hacerlo de forma barata por Soyouz.
“Ha habido mucha especulación sobre las nuevas restricciones y las empresas quieren acaparar gas antes de que esto pueda llegar a ocurrir”, explicaban desde IEFFA. Por su parte, al margen de países como Francia, la realidad es que ha llevado a situaciones extrañas en Europa central y los Balcanes, una zona especialmente dependiente. El ejemplo paradigmático es Austria, donde ahora mismo está crecimiento a pasos agigantados la preocupación por su enorme dependencia gasista de Rusia. Actualmente, el 98% de todo el gas que compran viene de Moscú frente al 80% de antes de la guerra. A pesar de todo están más entregados al crudo ruso.
Tras conocerse las últimas estadísticas (en marzo) la ministra de Energía de Austria, Leonore Gewessler, anunciaba en un comunicado una enorme preocupación por “nuestra dependencia del gas natural ruso amenaza la prosperidad, la seguridad y el futuro de nuestro país”. El país centro europeo tiene un contrato hasta 2040 de suministro que se ha mantenido sin cambios. Esta compromiso a tan largo plazo está siendo un verdadero quebradero de cabeza para el país que incluso se plantea romperlo unilateralmente, pero los expertos explican que romper este acuerdo sin una prohibición completa del gas ruso generaría enormes costes de compensación y renunciar por completo a esta energía podría ser realmente peligroso.
Ahora, si tienen el mismo suministro ¿por qué cada vez son más dependientes del gas ruso? La explicación radica en su consumo de gas que ha ido en caída libre. En particular en 2022 ya cayó un 11% con su industria y economía fuertemente dañada y una apuesta decidida no por encontrar otras fuentes de gas sino otros tipos. En 2023 el consumo volvió a caer de forma decidida un 25%.
El ‘agujero’ turco
En cualquier caso, los países más dependientes, no solo están comprando más ahora, sino que tanto ellos como Rusia están preparando un nuevo contexto de sanciones o incluso sin el Soyouz. La clave de todo esta ‘nueva era’ no será precisamente renunciar al gas ruso y encontrar otras fuentes de suministro, sino utilizar a Turquía como un actor clave tanto para el suministro ‘oficial’ como para evadir las restricciones de la UE si fuera necesario.
Este es el motivo por el Hungría firmó este mes de abril un acuerdo de gas con Turquía. Una decisión que a priori puede parecer extraña, pues el país otomano es un importador neto. Sin embargo, este acuerdo ha puesto a este país en el centro de su red logística global, y este mismo abril, Budapest ya está recibiendo envíos desde Anatolia. Para entender las dimensiones del acuerdo, solo en la primera entrega llegó al país europeo más de 275 millones de metros cúbicos, es decir, más que todo el consumo anual de los hogares.
La clave detrás de esto el Turkish Stream y el Blue Stream, los gasoductos que unen a Rusia con Turquía a través del Mar Negro y que permitirán al país otomano disparar sus ventas de gas a Europa sin apenas producir. Desde IEFFA sospechan que el país va a reexportar, ocultando su origen. Un problema que “podría ser el gran agujero de las regulaciones”. Desde ICIS señalan que “Turquía no podría tener precios de gas tan baratos si viniera de algún otro lugar aparte de Rusia”.
El Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA) coinciden en este planteamiento, alegando que “Turquía no tiene capacidad de refinación propia e importan el 86% de sus productos petroleros desde Rusia”. En ese sentido, “todas las investigaciones sugieren que las compras europeas pueden realmente ser importaciones rusas mezcladas en las terminales de almacenamiento turcas”. Desde la consultora Enlit World, señalan que esto permitiría a la república musulmana convertirse en un verdadero ‘hub’ del gas de enormes proporciones.
Queda por ver si Europa podrá encontrar un modo de ‘incluso con el ‘truco’ turco, evitar que el gas ruso acaba pisando suelo Europeo y lograr así la independencia energética que lleva más de dos años proclamando. Tras el gran sprint de 2022 y 2023, con enormes sacrificios, las recientes comprar podrían llevar al continente a un punto de inflexión en su batalla por cortar lazos con Putin.