Fuente: El Economista
La invasión ucraniana de territorio ruso en la región de Kursk, una acción estratégica a todas luces orientada a alcanzar mejores resultados en una todavía hipotética negociación de paz, ha llevado a las tropas de las Fuerzas Armadas de Ucrania a tomar ya cerca de 1.300 kilómetros cuadrados y más de un centenar de poblaciones, entre ellas la ciudad de Sudzha, de algo más de 5.000 habitantes. Allí Ucrania controla ahora una estación de medición del único gasoducto ruso que aún suministra gas a Europa, el último punto de entrada de gas ruso a Occidente, cuyos flujos están desde agosto en manos ucranianas.
Sudzha, a apenas unos kilómetros de la frontera ucraniana, es una importante pequeña ciudad rusa, la más relevante de las que han sido tomadas por Ucrania en el Óblast de Kurk, y lo es precisamente porque allí se encuentra el último punto ruso desde el que se trasborda gas natural hacia Europa, o lo que es lo mismo: la última estación que aún suministra gas ruso a los aliados de Ucrania.
Rusia aporta gas a Europa a través de Ucrania después de que en diciembre de 2019 ambos países ratificaran un acuerdo de tránsito de cinco años de duración que concluye en diciembre de este año. En mayo de 2022, Ucrania dejó de recibir gas de tránsito a través de la estación de Sokhranovka, aludiendo Rusia a fuerza mayor para cesar el suministro y proponiendo transferir todos los volúmenes de tránsito a Sudzha.
La ucraniana Naftogaz inició unos meses después una causa legal contra la empresa que aglutina la energía en Rusia, Gazprom, ya que Ucrania dejó de recibir la totalidad del montante por el uso del gasoducto en su territorio. La estación de Sokhranovka no ha vuelto a estar operativa. Sí lo sigue estando el gasoducto que pasa por Sudzha, él único que Rusia mantiene en funcionamiento, y resulta cuanto menos contraproducente que el gas ruso continúe llegando a Occidente más de dos años después del inicio de la invasión, pero así es.
El gas ruso no ha dejado de fluir por el gasoducto de Sudzha durante todo el conflicto por ese contrato que mantiene con Ucrania. Eso sí, fue el ministro de Energía ucraniano, German Galushchenko, quien comunicó el pasado mes de marzo que no renovará ese acuerdo comercial sobre el gas, una decisión valorada entonces como de alto riesgo, pero que Ucrania mantiene.
Otras fuentes de suministro
Por las instalaciones de Sudzha pasan a diario unos 42 millones de metros cúbicos de gas con destino a Austria, Eslovaquia, República Checa, Moldavia o Hungría, aunque desde el inicio de la guerra los países europeos que reciben gas de Rusia han intensificado sus esfuerzos para poder recurrir a otras fuentes de suministro.
La Unión Europea pagaba a Rusia antes de iniciarse la guerra 800 millones de dólares diarios por su gas y su petróleo y la Comisión Europea se puso manos a la obra para intentar prescindir por completo de Rusia como proveedor energético, una decisión que ya tomaron Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido. “No queremos que Rusia gane dinero aquí”, ha declarado al respecto el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
Las importaciones de gas de Rusia suponían el 40% del total de gas que recibía Europa y se trataba de una medida complicada, ya que Finlandia, Rumanía y la República Checa compraban el 100% de su gas a Rusia, mientras que otros países, como Alemania, obtenían el 64% de su gas procedente de Rusia.
Ucrania podía haber cortado el grifo antes. De hecho, tenía la intención de no permitir más paso de gas hacia Europa ya en 2022, pero lo mantuvo a petición de la Unión Europea, mientras los países miembros buscaban alternativas y reducían progresivamente el consumo de gas a través de ese gasoducto ruso construido en los años 80 que sale de Urengoy, en Siberia, y acaba en Uzhgorod, junto a Sudzha. Ahí el gasoducto, que recibe en nombre de Hermandad, se divide en varios ramales para dar servicio a la República Checa y Austria, por un lado; y a Hungría, Italia y Croacia, por otro.
Cumpliendo el objetivo
Dos años y medio después del inicio de la invasión, el gas ruso que pasa por Sudzha rumbo a Occidente ya solo supone el 5% de las importaciones europeas, según confirma el Instituto Bruegel, cuando lo habitual antes del conflicto era el 40%. Así lo decidió la UE al inicio de la invasión, cuando no podía cortarse el paso de gas de manera radical y sí abordar una progresiva reducción, como ha sido el caso, además de contemplar estrictas medidas de almacenamiento del gas.
Lo cierto es que el gasoducto de Sudzha ya no es tan relevante como antaño, pese a que es el único que se mantiene operativo, ni para el consumo de gas en Ucrania ni en el resto de países europeos que lo reciben. Ahora es Rusia quien se muestra contrariada por la decisión de Ucrania de no renovar el contrato.
Otra posibilidad para mantener el suministro era utilizar otro gasoducto que sale de Rostov y lega a la localidad ucraniana de Sojranivka, en Luhansk, pero fue bloqueado por Ucrania en primavera de 2022 y no ha vuelto a utilizarse desde entonces.
Apuesta por Azerbaiyán y EE UU
Rusia ofrece a Occidente la posibilidad de seguir aportando gas a través de otro gasoducto más, el de TurkStream, que no implica a Ucrania y que garantizaría el suministro a países como Hungría, Bulgaria y Serbia. El caso es que Rusia ha amenazado a los europeos con que tendrán que pagar el gas más caro que antes si se sirven de otros suministradores, como efectivamente está ocurriendo.
Pero la Unión Europea está apostando por países como Azerbaiyán para sustituir el gas ruso, que ya llega a Europa, especialmente a Italia. Se trata de gas licuado GNL, cuya producción y transporte es más caro. Pero la mayor apuesta de la UE, al menos por el momento, pasa más por el gas estadounidense, después de que se llegara a un acuerdo entre ambas partes para el incremento de manera progresiva del consumo de gas de EEUU en Europa.
El acuerdo afecta también a Ucrania, que en junio ratificó con Estados Unidos un acuerdo para el suministro de gas GNL americano al país hasta el final de 2026. Y es que Ucrania puede recibir ese gas por el gasoducto de Uzhgorod. Le basta con invertir el sentido de suministro.
Gas sin sanciones
Según la prensa oficialista rusa, el país que preside Vladimir Putin podría dejar de ganar hasta cinco millardos de euros anuales al perder el suministro a Occidente. Solo el contrato que mantiene con Ucrania hasta el próximo diciembre supone el 6% de sus ingresos. Por esa razón, Rusia trata de aumentar sus exportaciones a otros países, como China, aunque la nación asiática está muy lejos de los volúmenes y de las cifras de Europa.
Al margen de esos intentos, Rusia sigue suministrando a Europa gas licuado, que no está sancionado por la UE. En ese aspecto, Rusia ha aumentado notablemente las exportaciones desde el inicio de la guerra, con España, Francia y Bélgica, en ese orden, como sus mejores clientes.
El suministro de ese gas licuado ruso, eso sí, provoca suspicacias, ya que se realiza de manera un tanto oscura, con barcos registrados en paraísos fiscales, y esto es algo con lo que quiere acabar Estados Unidos.
Ya no es prioritario
El corte de suministro de gas a Occidente tras el fin del acuerdo el próximo mes de diciembre ha sembrado la incertidumbre en todas las partes implicadas, aunque parece que va resolviéndose favorablemente para los intereses occidentales. En todo caso, el control por parte ucraniana del último gasoducto ruso operativo y la comunicación de que no renovará el contrato, también preocupan a Occidente hasta que pueda garantizar el suministro total desde otros lugares.
Ucrania dejará de recibir cientos de millones de euros que Rusia le aporta por el tránsito de gas por su territorio, y Rusia ingresará mucho menos en concepto de exportaciones de energía, que son fundamentales para seguir sufragando la guerra.
Rusia ha recibido 200.000 millones de euros en pagos por su gas y su petróleo procedentes de la Unión Europea desde el inicio de la invasión, según el think tank Crea, un dinero fundamental para financiar la contienda.
Ahora, con el corte del último grifo de suministo de gas, podría parece que son Ucrania y Europa los grandes perjudicados, pero no si se garantizan el suministro de gas por otras partes, como parece el caso. Es Rusia quien va a dejar de percibir cantidades astronómicas procedentes de Occidente.
Precios un 13% más altos
En cuanto al avance ucraniano en Kursk, con esos 1.300 kilómetros cuadrados conquistados y más de un centenar de poblaciones bajo su control, parece haberse frenado en los últimos días. De hecho Rusia ha comunicado avances en su territorio, aunque ambos bandos se contradicen constantemente.
La invasión ucraniana a Kurks lo que sí ha provocado es que los precios del gas ruso aumenten en torno al 13%, aunque siguen estando muy por debajo de las tarifas que se dieron en 2022 cuando Rusia comenzó la invasión de Ucrania.
La negativa de Ucrania a seguir permitiendo el paso de gas por su territorio puede parecer a simple vista tirar piedras contra su propio tejado y el del resto de países europeos, pero en realidad puede muy mal parada a Rusia. Y es que si Europa logra prescindir del gas ruso por completo, que es el objetivo que está consiguiendo, Rusia dejará de recibir ingentes cantidades de dinero.
Gazprom sigue a lo suyo
Mientras tanto, el consorcio ruso Gazprom contradice las informaciones que hablan de una reducción del suministro de gas ruso a Europa, puesto que comunicó el pasado sábado que había aumentado el bombeo a través de Ucrania por el gasómetro de Sudzha, en Kursk, donde continúan los combates: “Gazprom suministra gas ruso para el tránsito a través del territorio de Ucrania en el volumen confirmado por la parte ucraniana a través del gasómetro de Sudzha: 39,6 millones de metros cúbicos para el 10 de agosto”, declaró el portavoz de la gasística rusa, Serguéi Kuprianov, citado por la agencia Interfax.
El volumen acordado para el viernes fue de 38,5 millones de metros cúbicos. El gasómetro de Sudzha se encuentra muy cerca de la frontera ucraniana, en el sector por donde tropas de Ucrania irrumpieron en el territorio de la región rusa de Kursk.
Durante esta situación de alerta, las fuerzas de seguridad rusas están capacitadas para suspender la prestación de servicios de comunicación o limitar el uso de redes y medios de comunicación, detener inmediatamente a ciudadanos sin identificación, retirar vehículos, seguir comunicaciones telefónicas o efectuar rastreos informáticos a discreción y trasladar por la fuerza a residentes de estas regiones a “zonas seguras”.
Putin no descarta nada y ‘se deja querer’
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha asegurado que Rusia está dispuesta a seguir enviando gas a Europa a través de gasoductos que atraviesen Ucrania más allá de 2024, cuando acabe el acuerdo.
En su intervención en la sesión inaugural del Foro Económico Oriental, celebrado en la costa rusa del Pacífico, Putin afirmó que Moscú “no puede obligar” a Kiev a prorrogar el acuerdo, pero podría reorientar esos volúmenes hacia rutas de exportación alternativas, como Turquía. Aunque parte de ese gas también podría destinarse al mercado nacional, Putin reconoció que Gazprom PJSC, controlada por el Estado, perdería ingresos. Gazprom registró en 2023 su primera pérdida neta anual de este siglo, según recoge Bloomberg.
“Resolveremos nuestros problemas, potencialmente con algunas pérdidas, pero lo haremos de todos modos”, asegura Putin. Incluso si se imponen sanciones a todos los suministros de gas de la nación, “los precios saltarán por los cielos y, sin embargo, nuestras ventas seguirán produciéndose”, añadió.
Putin también señaló que un ramal del controvertido gasoducto submarino Nord Stream 2 hacia Alemania sigue intacto después de que unas explosiones destruyeran el otro conducto en septiembre de 2022. Bastaría con “pulsar un botón” desde Alemania para iniciar el flujo de gas ruso por esa ruta, que puede suministrar 27.500 millones de metros cúbicos al año, dijo.
Otros mercados
Si Europa no quiere gas ruso por gasoducto, Gazprom aumentará las exportaciones a otros mercados, afirma Putin. Los flujos de gas a través del enlace “Potencia de Siberia” con China alcanzarán una capacidad de exportación anual de 38.000 millones de metros cúbicos el año próximo.
El gigante gasístico ruso también planea aumentar el suministro a la nación asiática en otros 10.000 millones de metros cúbicos anuales a través de la llamada ruta del Lejano Oriente.
“Además, desarrollaremos el negocio de la licuefacción de gas”, afirma Putin. Según el presidente ruso, su país seguirá ampliando su cuota en el mercado mundial de GNL: “Lo haremos a pesar de las dificultades que intenten crearnos”.