Fuente: El Economista
Europa ha emprendido un viraje extremo hacia el gas natural licuado (GNL). Con el suministro ruso cortado, los países de la región se han encomendado a pedidos masivos a través de buques cisterna. En 2022 el viejo continente disparó sus importaciones un 60% y en 2023 repitió la jugada llevándolas a los 120.000 millones de metros cúbicos. Actualmente estos envíos significan el 26% de toda la energía que utiliza la industria y el 37% de todo el consumo de gas. Sin embargo, aunque todos los fletes han sido bien recibidos, las urgencias del viejo continente han consagrado a EEUU y su industria como los reyes mundiales en producción y ventas.
Este paradigma que parecía un hecho tras los datos de 2023 puede tener los días contados por un factor inesperado: Catar. El productor de Oriente Medio ha puesto sobre la mesa un ambicioso plan por el que pretende disparar un 80% su producciónes inundar el mundo para tomar la corona mundial del gas. En ese sentido, aunque en su proyecto no se menciona Europa, esta expansión como nunca antes se ha visto de oferta de gas llega en un momento de dudas en el viejo continente. Entre los expertos crece el recelo por la reciente dependencia de las naves norteamericanas tras la lección que supuso apostar todo al gas ruso. En ese sentido, el plan del emirato se ha visto como la oportunidad de diversificar y diluir los riesgos.
Los envíos a través del atlántico por parte de la potencia norteamericana han sido los grandes protagonistas del giro gasista europeo. Una de cada dos remesas de GNL venía de este país tras triplicar sus envíos en solo un año. Esta situación ha sido posible gracias una producción récord de gas por parte de petroleras y firmas energéticas, que se han lanzado con todo ante la promesa de convertirse en los reyes de un nuevo mundo energético, con la UE como principal campo de batalla. En ese sentido, se convirtió en un solo año en el mayor exportador de GNL del mundo desde mediados de 2023, un estatus que ha confirmado en el cómputo global del año con unas exportaciones totales de 89 toneladas métricas, según LSEG.
Ahora su industria está en un momento complicado, con una producción récord de 2.970 millones de metros cúbicos por día, el precio del gas en mínimos y con las nuevas licencias de exportación bloqueadas por Biden hasta nuevo aviso. Y justamente, la ofensiva de Catar llega en este punto como la amenaza más grande que se ha encontrado hasta el momento el ‘sueño’ del GNL. De hecho, las firmas están inmersas en un recorte de producción y gastos que haría complicado competir en un mercado inundado de gas asiático.
Qatar Energy, la empresa pública que gestiona los proyectos de gas del país lanzó un comunicado contundente la semana pasada en el que expresaba su ambición para 2030. Tras descubrir dos nuevas reservas de gas en el país, que elevan sus enormes depósitos un 14%, consideran que su capacidad de producción de GNL aumentará en 16 millones de toneladas este año. En base a estos nuevos proyectos, el país estima que podrá disparar su producción para 2030 en 65 millones de toneladas, es decir un 85% más.
Desde S&P Global señalan que este anuncio “cambia por completo la realidad de Catar“. La nación asiática había dominado con puño de hierro este mercado hasta hace no tanto y, recientemente, ha ido viendo como retrocedía su influencia siendo ya superado no solo por EEUU, sino también en el mercado asiático por Australia. Ahora su nueva capacidad le permite llegar a nuevos horizontes”, explica la agencia. Dominar este mercado es un factor clave para sus planes de desarrollo. Según Capital Economics, encomendarse a ‘inundar el mundo de gas’ “haría crecer el PIB de Catar en un tercio y equivaldría a una tasa de crecimiento implícita del 4,5% anual hasta 2030”.
Guerra de precios
El propio ministro de Energía, Saad Sherida Al-Kaabi, defendía que gracias a este nuevo impulso, el país controlaría un 25% del mercado mundial. Sin embargo, no es solo que Catar pueda competir por puro volumen, sino que su gas sería más barato de extraer que el de cualquier rival, derribando por completo la ventaja geográfica que ha permitido a EEUU establecerse como el rey absoluto del GNL europeo.
La consultora SynMax señalaba en un reciente informe que, a pesar de en un primer momento las compras a EEUU tuvieron un gran sentido para disociarse del suministro ruso. Había que llenar los almacenes a cualquier coste y la cercanía geográfica con EEUU “lo hacía una opción mucho mejor que Asia”. Sin embargo, el tiempo de gran urgencia ya ha pasado y desde Accenture señalaban que “Europa corre el riesgo de depender de un proveedor y, en última instancia, quedar a merced de los precios que éste fija”.
La ofensiva catarí puede cambiar por completo esta realidad. El último informe energético del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia señalaba que la “dependencia europea del GNL de EEUU no está en riesgo salvo con dos escenarios”. Estas dos opciones eran, en primer lugar, un paz entre Rusia y Ucrania con una vuelta (parcial) a los gasoductos rusos. El segundo camino es “que los cataríes decidan encomendarse a una guerra de precios por cuota de mercado”. Este riesgo ya estaba presente antes de que el plan del emirato estuviera sobre la mesa, ahora la amenaza pesa más de que nunca.
Según los datos de su programa, gracias a su acceso a mano de obra barata y la naturaleza de sus yacimientos, el coste unitario de producir estaría en los 0,3 dólares por megavatio hora frente un mercado que paga entre 3 y 5 dólares, según los expertos del mercado consultados por Reuters. La Universidad de Columbia señala por su parte que, esta última ofensiva productora anunciada por QatarEnergy responde precisamente a esa capacidad de ofrecer precios más baratos y derribar así a sus rivales.
Una oleada de nuevos contratos
Al margen de unos precios más baratos, Catar se encuentra con una situación única. Por un lado, aún tiene una participación relativamente pequeña entre los suministradores de Europa, representando un 12,1% de todas las importaciones de GNL de la región. Sin embargo, el dominio de EEUU (más del 50%) se da en medio de un mercado energético europeo plagado de contratos a corto plazo y que necesitará una gran renovación en los próximos años. Según el Centro Global de Política Energética, hay un total de 2,6 millones de metros cúbicos (BCM) que expirarán para 2025, con 2024 teniendo que renovar 1 millón.
En ese sentido Europa se ha encontrado con que Joe Biden ha congelado desde enero todas las licencias nuevas de exportación de GNL. No se podrá emitir ningún nuevo permiso hasta que el departamento de Energía termine un estudio sobre el impacto de estas ventas al exterior en los precios locales de la energía , la seguridad energética de EEUU y el medioambiente. De momento esta medida ha sido unos de los factores clave para explicar una enorme acumulación de inventarios que ha hecho desmoronarse los precios un 50%. Sin embargo, la incapacidad de llegar a nuevos acuerdos es otro argumento en favor de su rival asiático.
Sin embargo, de momento hay un problema muy serio también para Catar. Su industria gasista ya firmó en 2023 acuerdos de suministro a largo plazo. Un ejemplo es el logrado con Francia y Países Bajos de un suministro de 3,5 millones de toneladas de GNL durante 27 años. Ya tenía otro acuerdo de 2 millones de toneladas para Alemania por 15 años. Sin embargo, el país depende de la pacificación del Mar Rojo pues desde enero ha desviado su ruta hasta Europa a través del Cabo de Buena Esperanza, encareciendo el transporte.
La principal ambición del emirato, en cualquier caso, es capitalizar el crecimiento de la demanda asiática. Según la Agencia Internacional de la Energía el mercado mundial del gas crecerá un 50% para 2030. A esto se le suma su ubicación estratégica para abastecer a India, China o Japón, la nación del golfo se presenta como el suministrador clave. Sin embargo, el ‘boom’ de producción también impactará en Europa y golpeará a la industria de EEUU. Sin embargo Europa será otro de los objetivos. Capital Economics señalan que Catar “está claramente capitalizando un contexto en el que se corta el suministro de gas a Rusia y Estados Unidos suspende nuevos proyectos de GNL”. En conjunto, “esto prepara al emirato para convertirse en la economía del Golfo con mejor desempeño durante la segunda mitad de esta década y principios de la de 2030 y el mayor exportador del mundo”.