Fuente: El Economista
El precio del petróleo está moviéndose al son de los tambores de guerra en Oriente Medio. Israel está valorando cómo contestar al ataque con misiles balísticos que llevó a cabo Irán el martes y, si bien parece que no se atacarán las instalaciones nucleares de Irán, todo apunta a que el país tiene el punto de mira puesto en la industria del petróleo de su enemigo, uno de los mayores productores del recurso energético de todo el mundo. Las últimas declaraciones de Joe Biden, presidente de Estados Unidos, confirman que se está debatiendo la posibilidad de atacar las instalaciones petrolíferas de Irán, y el precio del petróleo lo está sufriendo este jueves: tras conocerse las declaraciones de Biden, el Brent europeo se ha disparado un 5,17% y ha llegado a los 77,72 dólares, un nuevo máximo del año. El West Texas, por su parte, ha subido un 5,35%, hasta los 73,85 dólares.
Las declaraciones del presidente estadounidense ante los medios en la Casa Blanca llegan un día después de su negativa a la posibilidad de que Israel atacase las instalaciones nucleares de Irán. Para Biden, la respuesta de Israel al ataque de su enemigo debe ser “proporcional”, y de ahí su negativa a apoyar una ofensiva hacia la industria nuclear del país chií. Sin embargo, parece que el gobierno estadounidense no ve con malos ojos la posibilidad de que se haga objetivo al petróleo del país.
Si Israel ataca a Irán las implicaciones para el petróleo son enormes. Irán es el séptimo mayor productor del mundo, produciendo cerca de 4 millones de barriles diarios, o lo que es lo mismo, casi un 4% de la producción mundial de crudo, y el país tiene un poder incontestable en la cadena de valor de la región, tanto en términos de refinamiento como logístico. Desde S&P Global señalaban que tiene una capacidad de refinación de 2,4 millones de barriles diarios repartidos a través de diez plantas en el país. “Se trata de uno de los mayores sectores de refinación de todo Oriente Medio”, destaca la firma. En ese sentido, sus plantas tienen una gran capacidad con la de Isfahan, Abadán y Bandar Abbas superando los 300.000 barriles diarios. Por lo tanto, un ataque podría suponer un golpe clave para el suministro mundial de crudo.
Goldman Sachs explicaba en un informe publicado ayer que, más allá del refino, el peligro real es el logístico. Por el estrecho de Ormuz pasa un 25% del crudo del planeta por lo tanto, una escalada más potente supone un gran riesgo de que Irán ponga trabas al tránsito o, incluso si hay una gran escalada, bloqueé el paso. La interrupción del comercio sería “un improbable escenario de cola” pero es el más aterrador para los mercados y cualquier avance en una escalada lo hace más real.
En cualquier caso, no se trata solo de un bloqueo total del estrecho de Ormuz. Thomas Hempell, responsable de análisis macro de Generali AM, parte de Generali Investments, explica que incluso si no se cumple el escenario más preocupante con un cierre del estrecho, la experiencia en el Mar Rojo supone un serio aviso de lo que puede suceder de ahora en adelante si el conflicto escala hasta cotas superiores. “Los rebeldes hutíes (proiraníes) podrían intensificar sus ataques sobre los buques”, señala Hempell.
Por su parte esto puede partir por completo los planes de los bancos centrales, que están viendo, precisamente, como la caída de los precios de la energía está devolviendo la inflación al objetivo de estabilidad de precios. “La subida de los precios del petróleo y la energía podría suscitar nuevas preocupaciones inflacionistas y frenar la normalización de la política monetaria”, comenta Hempell. En ese sentido, cortaría por completo los recortes de tipos de los bancos centrales y reviviría el fantasma de una inflación que parecía ya casi derrotada.
Los ataques que podría realizar Israel y que Biden ha reconocido que se estarían ya debatiendo abiertamente, suponen un segundo ’round’ de este tipo de guerra que ya se ha puesto en marcha la primera mitad del año en el conflicto entre Rusia y Ucrania. En marzo los drones de Kiev atacaron a diversas plataformas, provocando daños en las refinerías más grandes del país, lo que llevó a que el brent subiera con fuerza. Un estrategia que fue de la mano con una subida del crudo del 15% en semanas a medida que el gigante euroasiático perdía su capacidad de refinamiento.
Esto llevo a EEUU a pedir que Ucrania detuviera estos ataques, temeroso de que pudieran causar disrupciones en el mercado mundial, con poderosas subidas en el barril. En este caso, esta situación podría ser incluso más crítica. En primer lugar por la propia capacidad de refino de Irán que, aun siendo menor que la rusa, que llega a los 6,8 millones de barriles de capacidad, tiene el elemento extra de estar situada en una región clave para el comercio y el abastecimiento del mundo.
En ese sentido, la preocupación crece después de que Biden esté confirmando la amenaza que ha lanzado a primera hora Benjamin Netanyahu prometiendo que Irán “pagará” por el ataque. Desde Capital Economics comentaban que “hay crecientes temores de que se ataquen las instalaciones nucleares y petroleras”. En ese sentido los expertos de la firma señalan que tendrá consecuencias económicas “si hay paros en las instalaciones o intentos de interrumpir el estrecho, las subidas del petróleo seguirá y el Brent podría dispararse hasta los 90-100 dólares en caso de una mayor escalada”.