Fuente: El Economista
Con sus subidas y sus bajadas, el gas era un elemento que parecía secundario en el mercado energético, con el petróleo siendo el gran dominador de la escena. Sin embargo desde 2022, con la invasión de Rusia a Ucrania y la amenaza de un corte de suministro, en Europa y en el mundo se ha descubierto con dolor lo clave que es esta fuente de energía para la industria y la economía de todo el globo. La potente redistribución y el enorme giro en el mercado mundial que provocó el conflicto ha desatado una era de volatilidad máxima, con los precios de referencia tanto en Europa como en EEUU disparándose a medida que el continente buscaba nuevas formas de suministro más caras, aunque ahora ya se estén normalizando.
Sin embargo, este caos puede ser solo el preludio de una era de precios bajos gracias a un superávit totalmente desatado en el mercado. Al menos, eso es lo que ven los diversos expertos que anticipan que los próximos años serán la clave para discernir si ese gran giro se termina produciendo. Así lo defienden en su último informe los analistas de ING, liderados por Warren Patterson y Coco Zhang. Alegando que podríamos estar a las puertas de una era de precios baratos a medida que las empresas comiencen a producir GNL a espuertas mientras la demanda no crece a un ritmo similar.
Según el banco neerlandés el aumento de capacidad de producción de GNL se disparará un 45% para el año 2030, mientras que la demanda solo avanzará un 35%. Yendo por partes, el motivo de esta menor demanda es que, curados de espanto por los problemas de suministro que puede generar la geopolítica, creen que los países se están exponiendo menos al gas y confiando más en redes diversificadas, al tiempo que apuestas por otras fuentes de energía. “En Europa, donde la demanda de gas todavía está muy por debajo de los niveles previos a la guerra entre Rusia y Ucrania, hay más posibilidades de que baje conforme nos acercamos al final de la década”.
Señalan que otros países como la misma China, Japón o similares, probablemente combatan el posible incremento del uso del gas en esta región apostando por otras fuentes, aunque todo parece indicar que se lanzarán a por la energía nuclear. El país asiático tiene agendados 21 proyectos, un 37% de toda la inversión mundial por la energía, según datos de la World Nuclear Association.
Yendo al país del sol naciente, “Es probable que Japón siga alejándose del GNL a medida que se restablezca la capacidad nuclear y el gobierno se centre en sus objetivos de energías renovables. Esta tendencia claramente ya está en marcha”. Prueba de ello es que actualmente Japón ha puesto en marcha la construcción de dos nuevos reactores para sumar a su basta red de 33 centrales operativas.
Estos dos casos, son importantes pues la demanda de gas de Asia será la clave para explicar el crecimiento del mercado y cualquier ralentización en este mercado (en particular en China) será muy sensible de cara a un superávit. Solo durante 2023, sólo China, Japón y Corea del Sur representaron cerca del 45% de todo el suministro mundial de GNL. Sin embargo, la agencia señala que esta región representará el 90% del crecimiento de la demanda mundial de petróleo y gas para 2028. El motivo más allá del mayor impulso de su economía es el hecho de que es actualmente muy dependiente del carbón, del que si quieren independizar a marchas forzadas apostando, precisamente, por gas.
En resumen, Patterson explica que esta situación podría empezar a notarse ya el año que viene al tiempo se empiezan a generar estas dinámicas, pero que la posibilidad de un superávit es aún muy frágil y se va a ir consolidando cada vez más a medida que nos acerquemos a 2030, para cuando, el gas, irremediablemente, entrarán de lleno en esta espiral bajista en sus precios. “Es cierto que nuestro balance muestra solo un superávit marginal en 2025, que podría desaparecer rápidamente debido a una mayor demanda o interrupciones de la oferta. Tenemos más confianza en un superávit significativo a partir de 2026 y 2027, lo que ejercería una presión a la baja sobre los precios del GNL”.
Un mercado ajustado en 2024
La situación en 2024 es de una cierta holgura pero con matices. El gas es una de las principales fuentes de energía a nivel mundial, de hecho, supone un 26,7% del suministro para el mundo según la AIE. Sin embargo, incluso aunque su demanda caiga en el futuro, su naturaleza almacenable la convierte en totalmente crítica. Su facilidad para guardarse y utilizarse en periodos de tensión es un elemento clave para un mundo cada vez más dependiente. Comentan desde Mckinsey. “Cuanto mayor sea la electrificación de las necesidades energéticas de los usuarios finales, mayor será la importancia de la fiabilidad del suministro de energía para satisfacer la creciente demanda de energía”. En ese sentido ” la generación de energía a gas puede proporcionar un suministro de energía asequible y despachable para equilibrar la intermitencia de las energías renovables”.
Desde la Agencia Internacional de la Energía señalan en su último informe que esperan un mercado más relajado los próximos años, alegando que el rápido crecimiento de la demanda en Asia, se puede compensar con una mejora de la producción y una menor demanda en otros mercados, que ya están optando por reducir su dependencia. “Los altos niveles de inventarios, junto con una mejora en las perspectivas de suministro, brindan cierta tranquilidad a los mercados de gas para 2024“. Sin embargo, advierten de que “las tensiones geopolíticas, las crecientes restricciones al transporte marítimo (como el bloqueo del Mar Rojo por los ataque hutíes o los problemas en el Canal de Panamá), los retrasos en los proyectos de GNL y las condiciones climáticas adversas podrían renovar las tensiones del mercado y la volatilidad de los precios del combustible.
En ese sentido creen que la demanda de gas ha ido desacelerando su crecimiento precisamente, gracias a la tendencia que comentaban los expertos de ING. En resumen, el consumo de gas a nivel mundial solo creció un 0,5% en 2023 tras la enorme caída del 1,5% en 2022. Ahora esperan que la demanda vuelva a rugir liderada por una China que cada vez consumirá más. De hecho esperan un 2024 complicado con un potente empuje del consumo. “La velocidad con la que se pueda satisfacer esta nueva demanda será fundamental, en particular porque los suministros son limitados y la nueva capacidad sustancial de GNL estará disponible después de 2024”, comenta la agencia.
En cualquier caso, esto solo sería una cuestión de tiempo pues la producción sí que seguiría creciendo con más intensidad para la AIE en los años posteriores. Además reconocen que con el paso del tiempo, la mayor demanda, alimentada por la industria, se terminará contraer debido “a la rápida expansión de las energías renovables y una mayor disponibilidad de energía nuclear que pesan sobre la demanda de gas tanto en Europa como en los mercados maduros de Asia, haciendo bajar los precios”.
Volviendo a por qué este mismo 2024 no se dará un incremento de la producción tan reseñable, desde Goldman Sachs señalan que está dándose un cambio en la industria petrolera y gasista. “El año pasado, la industria tenía 73 proyectos gigantes en desarrollo, lo que representa un 30% más que en 2020, pero aún un 32% por debajo del nivel de 2014″. Es por ello que la industria está mejorando la ejecución de los proyectos y centrándose en obtener mayores rendimientos.. En este entorno las empresas se han volcado con el GNL pues “EEUU sin duda dominará el suministro futuro”. Se ha volcado con nuevos proyectos en ese frente, pero tardarán algo en llegar a su punto álgido. Según las proyecciones del banco norteamericano, esperan que a nivel mundial el suministro de este formato se dispare un 80% en todo el mundo.
EEUU y Catar lideran la nueva era
La clave del superávit que esperan los analistas para los próximos años descansa, principalmente, sobre dos países: EEUU y Catar. En primer lugar, el gigante norteamericano es ya el rey del mercado con una producción totalmente récord de 1,035 billones de metros cúbicos. Catar es el sexto operador hoy en día a nivel mundial, bombeando unos 170.000 millones. Sin embargo estas dos naciones son las que tienen el mayor potencial para crecer en su oferta y suministro las próximas décadas. En particular en GNL, pues ambos quieren posicionarse como grandes exportadores y, dada la distante ubicación geográfica entre ambos, los dos centros de suministro clave del mundo.
Empezando por EEUU, los analistas de ING consideran, que solo teniendo en cuenta los proyectos que se están levantando para esta década, la capacidad total de exportación de GNL del gigante norteamericano pasaría por a 285.000 metros cúbicos, es decir, un incremento del 85%. Para la firma neerlandesa solo existen dos riesgos para esta brutal expansión. En primer lugar “que algunos proyectos ya programados para comenzar (a construirse) este año se retrasen”. En segundo término ven a la política como un elemento clave y destacan la prohibición de Biden de conceder nuevas licencias de exportación de GNL ante las preocupaciones climáticas y el impacto económico sobre sus propios precios. Sin embargo ven como la opción más probable un EEUU produciendo gas de forma desenfrenada y incrementado su capacidad para exportarlo al mundo de forma crítica.
Por su parte Catar, que hasta hace no tanto era el mayor proveedor de GNL hasta que EEUU y Australia le robaron la última década este privilegio, quiere volver a mandar en el mercado por todo lo alto. “Catar se encuentra actualmente en proceso de aumentar su capacidad de exportación de 105.000 millones de metros cúbicos a 193.000 millones para 2030″ comentan desde ING. Además, para el banco neerlandés, “Catar tiene a su favor su posición de productor de GNL con los costes más bajos, lo que sin duda le haría sentirse más cómodo dadas las expectativas de un entorno de superávit en la última parte de esta década. El GNL de Catar es incluso más competitivo si se tienen en cuenta los ingresos procedentes de la producción de líquidos asociados”. Al producir este tipo de gas también se generan otros materiales como etano o propano .
El repunte de ambos compensará con creces a una Australia de capa caída a medida que sus reservas se enfrían y se vuelve menos rentable la exportación. “En los próximos años, no se prevé que Australia ponga en marcha una capacidad de exportación significativa”. Por su parte Rusia supone la mayor incógnita pues, con cerca del 8% de suministro mundial y varios retrasos en proyectos clave en el ártico, las sanciones pueden limitar su expansión. De hecho, la UE está luchando por vetar su entrada en su mercado.
Por su parte hay otros actores secundarios que esperan tomar un gran protagonismo en particular en África donde diversos actores, como Mozambique, Nigeria, Gabón o Mauritania están desplegando nuevos proyectos para 2030. En total esperan disparar su capacidad de GNL a 37.000 millones de metros cúbicos. También está el caso de Canadá y México. El primero prevé que se pongan en marcha 22.000 millones de metros cúbicos de capacidad entre 2025 y 2028. El país azteca por su parte, quiere poner en marcha cerca de 10.000 millones de metros cúbicos solo hasta 2026.
Una nueva ‘OPEP del gas’
Tal es la amenaza de una producción de gas desatada ante una oferta no tan boyante que ya hay algunos agentes del mercado que están buscando alternativas. En particular destaca la puesta en marcha de una ‘OPEP’ del gas por parte de Rusia e Irán, el segundo y tercer máximo productor del mundo en la actualidad. Ambas naciones firmaron este mes de julio un acuerdo a través de sus empresas energéticas públicas a través de un memorando de entendimiento (MoU).
Ambos países controlan el 60% de las reservas del plantea y han anunciado su intención de no competir en el mercado y comenzar a trabajar como si fueran un operador único. Una alianza a la, esperan, puedan sumarse otros países para detener la potencial bajada de precios que puede venir con el auge de la producción de EEUU. “Estados Unidos se está apoderando de los mercados de Europa y es el gran ganador de la guerra, por lo que Irán y Rusia deben colaborar para reducir su influencia en los mercados de petróleo, gas y productos trabajando juntos, lo que beneficiará a ambos países”, defendía Hamid Hosseini, presidente de la Unión de Exportadores de Petróleo, Gas y Productos Petroquímicos de Irán.
Queda por ver su una alianza del gas al estilo OPEP puede poner freno a la tendencia que los expertos ya están anticipando para el mercado una inyección masiva en el mercado del gas que haga olvidar los malos momentos de 2022, cuando en Europa se hablaba de un posible desabastecimiento en invierno ante el corte de Rusia. En cualquier caso, el gas natural y en particular el GNL se preparan para pasar al foco de los mercados energéticos.