Fuente: El Economista
El pleno del Congreso de los Diputados votará este jueves la ley que establece un tipo mínimo impositivo para las grandes empresas, lo que está obligando al Gobierno a hacer extraordinarios equilibrios para sacarlo adelante, como revivir el impuesto a las energéticas, que hace un par de semanas había sido enterrado por Junts y PNV y con todo sector protestando y amenazando con retirar inversiones.
¿A qué empresas se aplica el actual gravamen?
Este impuesto, cuya vigencia concluye el 31 de diciembre, es de aplicación a todas las empresas eléctricas, gasistas y petroleras que facturaron más de 1.000 millones en 2019, excepto aquellas cuya actividad energética no sea la principal; así como a las productoras de petróleo o gas natural, minería de carbón o refino en España.
El impuesto ha gravado durante dos años (2023 y 2024, con referencia a las cuentas del ejercicio anterior) las ventas de estas compañías con un tipo del 1,2 %, a excepción de los ingresos regulados (tarifas reguladas de luz y gas, y redes de transporte y distribución de electricidad y gas), así como los obtenidos fuera de España. Según datos de Hacienda, con la aplicación del gravamen extraordinario ha recaudado 1.164 millones el último año y 1.644 millones en el anterior.
¿Cómo se reparte el impuesto?
Repsol ha sido el mayor contribuyente por este impuesto, con casi 800 millones (444 millones en 2023 y 335 millones en 2024); seguida de la segunda petrolera en España, Cepsa, que ha tenido que contribuir con 570 millones (325 y 244 millones, respectivamente).
A continuación se sitúa la eléctrica Endesa, con 410 millones (208 más 202 millones); seguida de Iberdrola, con 370 millones (213 más 157 millones), y Naturgy, con 254 millones (165 más 89 millones).
¿Cuándo fue aprobado el impuesto a las energéticas?
El gravamen original fue aprobado a finales de 2022, en plena crisis energética, con carácter temporal (dos años) y extraordinario, para que las energéticas, que, según el Gobierno, se beneficiaban de los altos precios que había alcanzado la energía y obtenían beneficios récord.
¿Por qué iba a desaparecer el impuesto?
La naturaleza del impuesto es temporal pero el Gobierno lo quería convertir en permanente. No en vano lo había comprometido en sus planes presupuestarios a la Comisión Europea. Pero en las negociaciones de la reforma fiscal, Junts y PNV consiguieron sacar de la mesa de negociación el impuesto de las energéticas. Sin embargo, la tasa energética está respaldada por algunos socios de Sánchez, como Sumar y Podemos.
¿Qué ha pasado para que reviva?
Ahora mismo se ha convertido de nuevo en una baza a jugar para sacar adelante el impuesto a la banca. Junts y PNV se oponen a la continuidad del gravamen, mientras que Sumar (socio minoritario del Gobierno), ERC, EH Bildu y BNG lo apoyan. Con estos últimos, los socialistas se han comprometido a prorrogar un año la aplicación del impuesto mediante un real decreto-ley, algo que, según dicen, no alteraría el acuerdo que tienen con Junts para que no afecte a empresas que invierten en la descarbonización.