Fuente: El Economista
En el arranque de 2024, Joe Biden tomó una decisión que llenó de incertidumbre los mercados energéticos del mundo y del viejo continente en particular. EEUU vetaba cualquier nueva licencia de exportación de gas natural licuado (GNL) al extranjero. En aquel momento, con los precios del gas subiendo con fuerza, la lucha contra la inflación en lo más alto y ya a pocos meses de la cita electoral, Washington quería analizar en profundidad el impacto de las exportaciones.
Para ello puso en marcha un estudio en el que se debía analizar cómo estas ventas afectan a la economía de EEUU, su mercado eléctrico local, la inflación y el medio ambiente. Un año después la propuesta solo se sostiene hasta que Trump entre en la Casa Blanca en enero, pues ya ha prometido quitar esta restricción el primer día que llegue al poder. Sin embargo, la administración ha publicado al fin el tardío estudio casi a modo de advertencia para su sucesor.
El resumen del documento es claro. Si Trump levanta las restricciones completamente, los precios de la energía en EEUU se dispararán un 30%, según las estimaciones que ha publicado el Departamento de Energía. Por su parte, señaló que si la potencia exportadora de EEUU se libera sin controles, unos precios más bajos a nivel mundial desplazarán a las renovables en otras naciones llevando a un aumento de las emisiones globales y un paso atrás en la lucha contra el cambio climático. “Las exportaciones actuales son más que suficientes para satisfacer la demanda mundial en las próximas décadas. Un aumento sin restricciones daría riqueza a las empresas de GNL pero los estadounidenses pagarían el precio”.
Según el documento “hay un incremento directo de los precios de la energía de 3 centavos por cada mil millones de pies cúbicos exportados”. En ese sentido incluso con un enfoque muy moderado dando licencias “podemos esperar que las familias paguen un 6,7% más de lo que pagarían” aumentando en 122 dólares por habitante. En cualquier caso, reconocen el impacto positivo en la economía que traerá 410.000 millones de dólares entre 2020 y 2050. Sin embargo creen que, incluso con eso, no saldría rentable. “El coste de la energía para el sector industrial aumentaría en 125.000 millones de dólares por los precios más altos”. Respecto al cambio climático el Departamento de Energía considera que un aumento en las exportaciones generaría “un incremento acumulado de 711 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono hasta 2050, es decir, un aumento del 0,05% de las emisiones a nivel mundial”.
S&P Global ha publicado un estudio paralelo en el que muestran claramente que seguir con el bloqueo tendría un impacto muy serio en el PIB. Unas exportaciones libres, ya han generado una contribución directa de 408.000 millones para EEUU (desde 2016) y la creación de 273.000 puestos de trabajo, además de un estímulo para el PIB mundial de 803.000 millones de euros. Por lo tanto, la agencia explica que en caso de que la pausa continúe el golpe será muy importante con “una pérdida acumulada de más de 250.000 millones de dólares para su PIB y 100.000 empleos que no se crearán”. Además, creen que un EEUU que no exporte GNL al resto del mundo elevaría los precios globales ante una mayor escasez de oferta de energía.
Más allá del golpe al resto de países, esto supondría un efecto devastador para EEUU en el medio plazo dado que es ahora cuando se están configurando las rutas energéticas a nivel mundial y por tanto, podría perder el tren para ser el gran pilar energético de los mercados clave. “Extender la pausa comprometería la capacidad para actuar como proveedor confiable de energía para aliados clave en Europa y Asia”. Un alto precio a pagar frente a unos mejores precios. Pues, a pesar de que reconocen que afectará a la factura energética de industrias y consumidores, desde S&P Global defienden que “los precios promedio apenas bajarían un 0,7% en un escenario de pausa extendida. Un ahorro de 11 dólares al año para los hogares”. El motivo que ofrece la agencia es que EEUU tiene tal “abundancia de recursos”, que “mitiga cualquier impacto”. Además, “su mercado interno de gas natural es más grande que el mercado de exportación de GNL, lo que minimiza el impacto de las ventas al exterior sobre los precios internos”.
“Las exportaciones de GNL son una apuesta perdida para nuestro clima, nuestras comunidades y nuestra economía”, afirmaba el jueves Jamie Henn, director ejecutivo de Fossil Free Media. “Las conclusiones son claras: en cualquier futuro en el que abordemos con éxito la crisis climática, simplemente no habrá espacio para más terminales de exportación de GNL. Aunque el aumento en la producción de energía genera beneficios económicos, los precios más altos de bienes energéticos como el gas natural y la electricidad podrían tener efectos moderadores en el bienestar de los consumidores”.
El proceso no ha terminado, aún hay un periodo de 60 días en el que el estudio está expuesto a comentarios por parte de las distintas autoridades. Fred Hutchison, presidente del grupo de defensa LNG Allies comentó que “esperamos que la administración Trump tenga la oportunidad de corregirlo. Queremos que aprueben las exportaciones rápidamente, pero también que eso tenga durabilidad legal”.
“Es hora de levantar la pausa en los nuevos permisos de exportación de GNL y restablecer el liderazgo energético estadounidense en todo el mundo”, dijo Mike Sommers, presidente del Instituto Americano del Petróleo. “Después de casi un año de una pausa motivada políticamente que solo ha debilitado la seguridad energética mundial, nunca ha quedado más claro que el GNL estadounidense es fundamental para satisfacer la creciente demanda de energía asequible y confiable, al tiempo que apoyamos a nuestros aliados en el extranjero”.
Una decisión clave para Europa
Aunque el resultado parece estar ya decidido. Se trata de una batalla que ha tenido en vilo a Europa. Si bien el 59% del gas que entra en Europa viene de países como Noruega, Argelia, Libia y Azerbaiyán a través de distintos gasoductos, el otro 49% viene a través de los océanos por tanques de GNL y ahí no hay ninguna duda, EEUU es el gran proveedor. Según los últimos datos de la Comisión Europea . La mitad de todo el gas natural licuado que llega a los puertos de España, Francia, Italia, Bélgica u Holanda viene de la potencia norteamericana. Esto ha llevado a que EEUU sea el principal suministrador energético en general solo por detrás de Noruega al encargarse del 19,4% del total de exportaciones gasistas.
En la era Trump esto tiene un enfoque incluso más importante debido a que la misma Ursula Von der Leyen ha hablado abiertamente de que el GNL será la estrella que permita negociar con Trump a medida que vaya implementando aranceles. Preguntada por los gravámenes de EEUU la presidenta de la Comisión comentó que “Lo primero es dialogar y hacerlo sobre intereses comunes. Debemos negociar, todavía importamos energía de forma significativa a Rusia pero, ¿por qué no sustituirlo por GNL estadounidense, más barato y que reduce los precios de la energía?”.
Esto es exactamente lo que ocurrió en el primer mandato de Donald Trump. En 2017 el republicano inició una guerra comercial con la UE a cuenta de unos subsidios a Airbus declarados ilegales por la Organización Mundial del Comercio. Utilizando esto como punto de partida EEUU puso aranceles sobre diversos productos europeos como el vino, el aceite, el acero o el aluminio. Un año después se lograron rebajar estas sanciones y lograr una tregua a cambio de que Europa comprase de forma masiva gas natural licuado estadounidense. Concretamente el grupo dispara sus importaciones de este producto un 181% y tal y como dijo Trump tras el acuerdo “ahora Europa es un comprador a escala masiva de gas estadounidense”.
Diversos analistas hablan ya abiertamente de que la era Trump puede traer una gran caída de precios en Europa gracias al final de las exportaciones. Aurora Research publica en su último informe que la expansión de los terminales GNL y los envíos a Europa podrían hacer bajar los precios un 9% respecto al escenario base en el medio plazo. “Su gobierno debería liberar el potencial de GNL para generar una expansión muy rápida de la capacidad del país”.